domingo, 18 de octubre de 2009

EL DIABLO LA MUERTE Y EL MAR



-Me parece ridículo que siempre tengamos que vernos en esta playa llena de turistas horteras –le dijo el diablo a la muerte-

-Hoy no hay turistas solo “disfrutadores” de la vida –contestó la muerte-

-Lo que sea, además hace frío.

Paseaban por la orilla del mar cogidos de la mano, ella llevaba un anorak negro y él un anorak rojo y una gorra americana del mismo color.

Un grupo de turistas jubilados los envolvió integrándolos en el grupo.

¡Huelen a meados!-dijo el diablo-

¡Y tú a azufre! –dijo la muerte esbozando una risita-

Tu deberías oler a podrido-dijo el diablo devolviendo la pelota-

Se habían quedado solos, el grupo de turistas se alejaba en dirección al castillo comandados por el guía que llevaba un paraguas de vivos colores, de cuando en cuando lo levantaba para que no se le despistara nadie, los jubilados a veces se desorientan.

Permanecieron un rato en silencio, el sabía del poco sentido del humor que ella tenía y no era caso de ponerla furiosa la última vez que se pasó con las bromitas se desencadenó una tempestad que se llevó la mitad de la playa.

Otra vez aparecieron miles de peces muertos en la playa…

¿Qué es lo que quieres esta vez? –le preguntó sin rodeos-

Nada, hablar sobre nosotros…

Otra vez con eso…

Sí…

Cada vez me parece más insoportable mi existencia, el no saber…

Estuvo a punto de decirle que se suicidara pero se contuvo temiendo que ella no entendiera la broma y hiciera caer el castillo encima de los jubilados.

El resopló sacando un chorro de humo que intentó disimular poniéndose la mano en la boca al tiempo que eructaba, ella lo miró haciendo un mohín con los ojos lo cual pronunció un poco más las profundas arrugas de su cara.

Ya te he dicho muchas veces que eso… -Dijo mientras se limpiaba con la bocamanga los restos de azufre que le caían de la comisura de los labios-

¡Tú debes saber algo! –dijo casi gritando mientras un jubilado caía fulminado por un infarto de miocardio-

¡Te he dicho cientos de veces que sé lo mismo que tú!

Creo que me ocultas algo- dijo ella mirándolo con los ojos sin brillo-

No seas terca las cosas son como son…

¿Cómo son?

¡Son y ya está! Deja ya de pensar en el principio y el fin ya te lo he dicho muchas veces que eso del tiempo es solo para los humanos nacen y mueren y se acabó…

Y para qué…

Y para que qué…

Que sentido tiene todo eso

El que tenga ¡yo que sé!

Deberías saberlo eres el señor del mal

Y tú la señora de la muerte que tampoco es cosa buena

¿Tu te acuerdas cuando eras pequeño?-los ojos de ella se habían humedecido-

Ya te he dicho que eso del tiempo…

¿Recuerdas cuando empezaste a hacer lo que haces?-insistió-

¿No lo entiendes? No empecé nunca siempre fui así SIEMPRE olvídate de los principios y de los finales esto no es una película –se estaba poniendo bastante rojo y un pescador que estaba remallando las redes los miró con curiosidad pensando que ese tipo debería mirarse la presión-

Ella se alejó un poco en dirección al mar dándole la espalda

El se acercó a ella y vio que estaba llorando

El mar se estaba agitando y comenzaba a llover; A lo lejos el tumulto de turistas jubilados habían desplegado un centenar de paraguas negros dando la impresión de ser una enorme cucaracha negra que avanzaba en busca de refugio.

¡Joder tía! No te pongas a llorar que me partes el… -Quiso decir alma y se detuvo-

No tienes – adivinó ella-

¿Te has preguntado alguna vez por el motivo de tu existencia?

¿Te lo has preguntado tú?

Yo sirvo para terminar algo que ha comenzado

Yo para que no se aburran –dijo sarcástico- ser siempre bueno es un coñazo además sin el mal tampoco existiría el bien.

Entonces… -reflexionó- Tenemos a la señora de la muerte al señor del mal y…

¿Quién será el señor del bien?

¡Ya estamos con la búsqueda del Dios todopoderoso principio y final de todas las cosas que castiga a los malos y premia a los buenos! Ya lo tenemos todo solucionado si quieres vámonos a comer.

Las olas les llegaban a las rodillas sin mojarles y el pescador se estaba poniendo como una sopa intentando remontar unos palos la vieja barca mientras maldecía al hombre del tiempo de la tele que decía eso del anticiclón instalado en la costa.

No puedo seguir viviendo así-dijo la muerte-

No me extraña, eres la muerte…

Creo que voy a hacer una tontería, eso no puede seguir así.

Las olas casi pasaban por encima de sus cabezas y la borrasca había convertido el día en un infierno, las terrazas del paseo marítimo se habían recogido de mala manera y los camareros se frotaban las manos esperando que el jefe cerrara.

¿Qué vas a hacer? ¿quitarte la vida? ¿matarte?

La muerte muerta la muerte muerta

Jajajajajajajajajaja – le dolía la barriga de la risa-

Perdona pero lo tuyo es para morirse de risa –se dio cuenta de la analogía y la risa se convirtió en abierta carcajada que lo hizo toser y vomitar humo y fuego de azufre-

No –dijo ella secamente-

Sé que no puedo morir

¿Entonces que tontería vas a hacer?

Los voy a matar a todos, así mi existencia dejará de tener sentido.

Me vas a dejar sin trabajo.

Si todos están muertos tu existencia no tendrá razón de ser.

Solo espero que alguien se queje.

El diablo comenzó a preocuparse seriamente, advirtió una mueca en el rostro de la muerte y nunca supo si fue una sonrisa.

Solo los humanos que tienen el don de la videncia pueden ver a la muerte y al diablo en situaciones extraordinarias, algún jubilado del grupo vio a la pareja del anorak rojo y negro pasándoles las olas por encima de sus cabezas sin derribarles ni mojarles pero pensó que le había afectado la sangría o que necesitaba una revisión ocular.

Cálmate un poco mujer –dijo el diablo- vamos a comer y hablamos tranquilamente, no hace falta que montes el Armagedon ahora mismo…

¿Me vas a ayudar a encontrar al señor del bien? -dijo ella mas conforme-

Que sí tía, que sí.

La última ola que estaba a punto de pasar por encima de la pareja fatal quedó suspendida en el aire como un muro de cristal, para el jubilado vidente sin saberlo fue la constatación de que se estaba volviendo loco.

¡Déjala caer de una vez que estás dando el espectáculo! –dijo el diablo bastante mosqueado-

El mar se fue tranquilizando mientras se dirigían al restaurante donde comían siempre que se citaban en la playa del castillo.

Dile al cocinero que no se vaya que la tormenta ya está amainando –dijo Joan a la camarera – prepara la mesa cuatro que vienen a comer los raros.

En el restaurante del Joan a la muerte y al diablo en su aspecto humano los llamaban los raros por la cantidad de comida cara que pedían y apenas comían.

Joan había llegado a la conclusión de que no estaban casados ya que no paraban de hablar.

También estaba secretamente enamorado de ella…

Era un suicida secreto.

Nunca llevó a cabo su proyecto de matarse por no dejar colgado el negocio que había heredado de sus padres y que les juró en su lecho de muerte continuar por los siglos de los siglos.

El restaurante estaba vacio, el cocinero se preguntaba porqué no cerraban en invierno y siempre recibía la misma respuesta: Por prestigio.

Entraron en el establecimiento y Joan los acompañó a su acostumbrada mesa ayudando a ella a despojarse del anorak negro con la esperanza de rozarla un poco.

Pidieron como casi siempre, el carne roja poco hecha y ella pescado y arroz negro.

Vino tinto para los dos…

Agua no que ya hemos tenido bastante…

Joan se mantuvo a una prudente distancia para ver si podía escuchar algo.

Nunca lo logró.

El día se fue poniendo en su sitio, nada de tormentas nada de borrascas ni de olas gigantes, la muerte se había relajado, el restaurante del Joan era el único sitio del mundo donde conseguía relajarse y ponerse un poco tonta.

Fuera de la playa del castillo se comportaba con naturalidad, con toda la naturalidad que se comporta la muerte, siendo la responsable de todas las muertes y el dolor que ello conlleva.

Aún así sabía que era su trabajo y su razón de ser…

Pero cuando llegaba al pueblo con playa y castillo se transformaba.

Casi siempre requería la presencia del diablo, no le gustaba estar sola, el diablo era un viejo amigo con el que nunca se sentía incómoda, lo conocía de siempre…

De siempre, de siempre… Le hubiera gustado saber desde cuando.

¿Te gusta tu trabajo?-le preguntó súbitamente la muerte al diablo-

No sé hacer otra cosa Lulú…

Cuando el diablo se ponía interesante llamaba Lulú a la muerte, sabía que le gustaba que la llamara con algún nombre que la alejara de su siniestra profesión, él como buen seductor sabía hacerla sentir deseada o algo parecido.

Joan se había acercado con una bandeja de erizos de mar rellenos de salsa de langosta con tinta de calamar.

Obsequio de la casa –dijo mirando tiernamente a Lulúlamuerte…

Gracias Joan –dijo la muerte con una expresión cercana a la sonrisa-

Sé que le gustan y me he acordado…-Dijo poniéndose colorado-

Cuando se hubo alejado el diablo le dijo a la muerte:

Está enamorado de ti.

Lo sé-dijo la muerte serenamente-

A ti no te es indiferente

Me han pasado muchas cosas pero nunca se había enamorado nadie de mí

¿Sabes que es un suicida?

Si, yo lo sé casi todo.

¿No has probado nunca echar un polvo con un mortal?

No tengo coño –dijo impúdicamente-

Ni tetas ni todas las herramientas necesarias para eso ¡imbécil!

¡Vale, vale! Solo era una broma

Siempre que la muerte se enfadaba ocurrían cosas trágicas cerca de ella, esta vez un obrero que estaba encalando una fachada del hotel Costa Coloretta cayó desde una altura de cinco metros con tan mala fortuna que dio la puta casualidad que pasaba por debajo un niño llamado David, los dos murieron a las pocas horas de ingresar en el hospital.

Comieron en silencio durante un rato, el diablo solía dejar un espacio de tiempo prudencial entre broma y broma para que la muerte se calmara.

Joan se acercaba de cuando en cuando para llenarles la copa de vino y de paso escuchar algo de la conversación de tan extraña pareja.

El diablo le dijo que ya se servirían ellos el vino

Joan se disculpó.

¿Y que es lo que quieres averiguar sobre tu vida?

Le dijo el diablo haciendo las paces

Todo, ya estoy harta de esta existencia sin saber.

Sin pasado ni futuro, sin ayer ni hoy, cada día es como el primer día

La verdad es que a mi me pasa lo mismo en lo referente al tiempo, no deja de ser una incomodidad.

¿Qué piensas sobre los humanos? Preguntó la muerte

Para mí son como una especie de ganado, no saben nada, solo comen cagan y follan

y yo me dedico a martirizarlos.

¿Porqué lo haces, quien te ha mandado que lo hagas?

Es mi naturaleza, en el fondo soy como los mosquitos me dedico a joder a la gente

A mi no me parece divertido.

Tu no tienes sentido del humor, dijo el diablo displicente.

Yo quiero saber el sentido de las cosas… Dijo Lulú-muerte.

Haber si vas a romper el puto equilibrio y la jodemos.

A que equilibrio te refieres, dijo la muerte insistiendo.

A eso, al equilibrio a eso que hace que las cosas vayan, que todo funcione que nada cambie, a mi ya me está bien.

Pero quién ha montado ese estado de cosas…

Yo que sé, a mi no me preocupa yo solo se quien soy y a que me dedico lo demás no me importa a lo mejor es cosa del señor del bien.

El señor del bien…

Después de haberse metido un par de botellas de tinto el diablo solía ponerse un poco pedante, Lulú lo sabía y lo dejaba que largara…

Por lo que yo he deducido, dijo totalmente puesto en el tema; el problema principal es el tiempo, tu y yo somos atemporales y al estar fuera del tiempo no nos regimos por su ley como ya te he dicho antes la ley del tiempo es principio y final, todo el que está sometido a esa ley nace crece se desarrolla muere o se transforma.

Eso ya lo sé dijo la muerte.

Lo que yo quiero saber no es como es el programa, lo que quiero saber es quien es el programador.

Otra vez estamos con el Ser Supremo…Dijo el diablo aburrido.

Los humanos piensan que…

Los humanos están dispuestos a creer en cualquier cosa con tal de justificar su existencia y desde que les dijeron que son hijos de Dios se creen que van a ser dioses

¡Cada uno de ellos! Valiente chorrada solo por eso se merecen que yo los joda.

¿Te imaginas el universo lleno de humanos transformados en dioses?

¡Muchos dioses para tan poco universo aunque sea infinito!

El diablo se había puesto divino en sus aserciones

Yo no estoy conforme con todo eso, dijo la muerte titubeante,

Lo que ocurre es que no eres feliz con tu trabajo, tu trabajo no te gusta y eso si es un problema.

El diablo se había puesto serio, miró a los ojos sin fondo de la muerte para ser mas convincente.

Eres la muerte, tía, deberías disfrutar matando, cada vez matas con menos entusiasmo y por eso la población mundial crece y crece, al principio pensaba que era una táctica para que se mataran los unos a los otros por los recursos del planeta pero cada vez estoy mas convencido que es por tu puta melancolía…Estás descuidando tu trabajo que en el fondo complementa el mío y lo vas a echar todo a rodar.

Eso no es cierto, protestó la muerte, yo llevo un método de trabajo, no tengo la culpa que ese ganado como tu le llamas a los humanos, haya aprendido a luchar contra la muerte, están evolucionando, están avanzando, no se hacia donde ni para que pero lo están haciendo, luchan contra la muerte, luchan contra mí…

No habían comido casi nada, cuando Joan consideró que no comerían mas se acercó para recoger la mesa, la camarera no quiso hacerlo, siempre se había negado, le daban escalofrío los raros.

Tenemos unos postres…Joan siempre les ofrecía postres sabiendo que nunca los tomaban.

Solo café, dijo la muerte poniendo cara de Lulú.

Las palabras de Lulú envolvieron a Joan en un mundo de niebla y melancolía.

Pues en mi caso he de decirte que cada vez luchan menos contra el mal, dijo el diablo volviendo al hilo de la conversación, cada vez son más malos…

Y más listos, cada vez son más listos…

Algunos son clarividentes, pocos pero algunos ven un poco más allá, algunas veces alguno me ha visto antes de morir…

Son excepciones, además nadie les cree.

Me da cierto pudor que alguien pueda verme tal y como soy, dijo Lulú.

Eso es por tu vertiente femenina, eso solo es coquetería, dijo el diablo.

Eso es otra cosa que me intriga, el porque yo tengo vertiente femenina y tu masculina si no tengo sexo ¿Cómo es que soy una mujer?

Yo no tengo cojones y soy un tío

Si pero tienes los cojones en tu mente, dijo ella.

Solo debería tener cuernos en la cabeza, ironizó el.

Me pregunto que será el señor del bien niño o niña.

Según los judíos niño, y bastante cabrón, contestó el diablo

No hemos avanzado nada, cortó la muerte, esas conversaciones no me llevan a nada no se porque nos reunimos aquí…

La muerte se había puesto triste, la tarde comenzaba a declinar y todo parecía haberse detenido, todas las cosas parecían estar cansadas de vivir, como si las farolas y las calles el mar y el cielo se estuvieran aburriendo y desearan terminar de ser lo que son.

Creo que ya se lo que pasa Lulú

¿Si? Dijo ella saliendo de su ensimismamiento.

Creo que estás enamorada…

No sé como ha podido ocurrir pero creo que te has enamorado.

No digas tonterías…

¿Cómo te has podido enamorar de este humano insignificante?

El diablo se levantó y se dirigió a la caja a pagar la cuenta haciéndole creer a la cajera que tenía una visa oro y que estaba a su nombre aunque no podía leerla y que el banco daba la conformidad.

El diablo desapareció dejando un leve olor a azufre.

Joan se acercó a Lulú la muerte, mientras se acercaba a ella todo su entorno fue desapareciendo, las sillas, las mesas el comedor entero…

También el mar…

Ella lo arregló todo para que no se asustara…

Creo que nos hemos quedado solos-dijo el- su amigo acaba de irse…-atinó a decir tímidamente.-

Le ha surgido un trabajo imprevisto-dijo ella –

Se está bien aquí, es el mejor sitio donde se puede estar…

-Dijo Lulú-

Demasiada gente en verano, demasiados borrachos rompiendo cosas por las noches a veces me pregunto por que viene tanta gente por aquí.

Este pueblo tiene un atractivo especial, está lleno de leyendas y tradiciones, es como estar dentro de una película de cine, yo particularmente-dijo Lulú- me siento como fuera del tiempo como fuera de la realidad…

Joan se sentó junto a ella olvidando su profesionalidad olvidando sus casi sesenta años, ella lo quiso ver con veinticinco años y así se sintió el siendo casi consciente del milagro…

Todo se lo dijeron con las miradas, a el le pareció la mujer mas hermosa que jamás había visto, a ella solo un chico enamorado…

Joan no se hizo ninguna pregunta ni pidió ninguna explicación…

Permanecieron sin tiempo ni espacio en un paréntesis maravilloso.

No pudieron evitar besarse…

Ella quiso cerrar los ojos para recibir el beso pero no lo logró, vio la cara de horror del pobre Joan que por un momento fue consciente de a quién estaba besando,vió su cara de asco infinito su rechazo instintivo su mueca de sorpresa…

Al ver su rechazo la muerte lo mató casi instintivamente, casi sin querer…

Se había sentido mujer, por una vez se había sentido femenina…

Una mujer rechazada.

Todo volvió de golpe a la realidad, los camareros corrieron a socorrer a su jefe que yacía en el suelo victima de un infarto fulminante, el mar llegaba casi a las terrazas y el viento de levante hacia volar los manteles y las sillas.

La muerte mujer despreciada esparcía su ira a diestro y siniestro por donde pasaba dejando un rastro de muerte había hecho lo necesario para que todo el mundo la viera con su túnica negra y su guadaña.

Mató a todo lo que tenía vida.

El diablo la encontró llorando en el castillo al lado de la estatua de Ava Gardner, se acercó silenciosamente y se sentó a su lado.

Esto va a ser un poco aburrido Lulú –dijo el diablo bastante cabreado-

Te los has cargado a todos, no has dejado títere con cabeza todo está lleno de muertos tirados por ahí, además huelen muy mal…

No ha pasado nada –dijo la muerte desconsolada-

¿Qué esperabas que pasase? Que apareciera el Ser supremo y salvara a los humanos y te tirara un rayo en el culo mientras los ángeles cantaban a coro una misa de Mozart?

Solo quería aclarar las cosas, solo quería que alguien se quejara… Solo quería saber.

El mar se había puesto como una balsa de aceite, estaba amaneciendo y los primeros rayos de sol insinuaban su intención de brillar detrás de la isla que hay al lado de la bahía varios pescadores yacían muertos al lado de sus barcas un cangrejo ermitaño se había ido a vivir a la boca de Lluis el bomba.

Menos mal que no te has cargado a los animales –dijo el diablo-

Ahora no sirvo para nada, ahora mi existencia no tiene sentido ¡tiene que pasar algo!

¡alguien tiene que quejarse! ¡los hijos de Dios están muertos!-gritó fuera de sí-

El sol se alzaba perezosamente iluminando la playa, un banco de sonsos se había varado entre el mar y la arena haciéndola brillar con reflejos plateados.

Por detrás del macizo de las Cadiretas asomaron varias nubes como si nada hubiera pasado, mil gaviotas se apoderaron de la playa, varias de ellas comenzaron a picotear los ojos de los cadáveres, un gato negro mordisqueaba el dedo de una niña rubita que había ido a pasar las vacaciones con sus abuelos…

Tal vez los humanos eran los hijos de Dios que estaban en camino de encontrar su propia naturaleza, tal vez eran todos ellos el mismísimo Dios y nosotros solo un instrumento de su desarrollo…-dijo el diablo intentando montar una teoría para encontrar una explicación-

Pero…¿Cómo los ha podido abandonar así? –dijo la muerte un poco indignada-

Tal vez esté en otras cosas…

El sistema automático del campanario de la iglesia de San Pedro hizo sonar las campanas anunciando que ya eran las siete de la mañana , las campanas sonaban a partir de las siete para no molestar a los turistas ya que en los hoteles próximos a la iglesia los turistas poco acostumbrados a las campanas se despertaban.

Me voy a dormir –dijo el diablo- creo que dormiré unos cientos de miles de años no me gusta la idea de torturar a las gaviotas o a los peces.

La muerte envuelta en su sudario negro se quedó sola al lado de la estatua de bronce de la actriz que protagonizó la película de Pandora y el holandés errante, pensó que ella si que había abierto la caja de Pandora dejando salir todas las desgracias, acarició el bronce pasando la mano por sus hombros y pensó en el castigo que merecía por tanta muerte y desolación.

No tardó en averiguarlo, estaba condenada a un aburrimiento eterno.

F I N