miércoles, 26 de enero de 2011

LOS ADOQUINES DE PRAGA








Cuando Jurgens y yo entramos en el autocar, notamos la acostumbrada expectación...

-¡Son gais! -Leí en la cara del resto de los viajeros-

Todos habían vuelto sus cabezas a la vez a riesgo de joderse las cervicales; Creo que el guía había insinuado algo y la cosa se había corrido como un reguero de pólvora seca.

Buscamos el número de nuestros asientos, se encontraban al fondo del autocar, pasamos al lado de los demás pasajeros y todos nos miraron entre indignados y divertidos, colocamos nuestras bolsas en los box de encima de nuestras cabezas y nos sentamos a esperar con expectación la partida a Praga, Bratislava,Viena y Budapest. Antes de contratar el viaje en autocar habíamos pensado hacerlo por vía fluvial; navegando por el Danubio pero Jurgens, que siempre deja las cosas para última hora ya no encontró plazas, había la opción de hacerlo por vía aérea pero a mi no me gusta, me estresa el tráfico aéreo con sus colas, embarques y aeropuertos... No es que tenga pánico a volar, pero me siento mejor en tierra.

Nos habíamos pasado la última semana discutiendo sobre las vacaciones, a Jurgens le gusta discutir y enfadarse, sospecho que lo hace para luego tener una amorosa reconciliación.


El autocar cerró sus puertas con un ruido suave y hidráulico.

El autocar se puso en marcha, un murmullo de satisfacción envolvió el ambiente, apenas habíamos recorrido varios kilómetros y el guía tomó el micro para comenzar a hablar...

-!!FAMILIA!!-resonó su voz-nos disponemos a hacer un viaje maravilloso...Me llamo Roberto y seré vuestro guía en todo el viaje excepto en los destinos, de los que se ocuparán los guías locales.Llo primero que hacemos en los viajes es presentarnos,tened en cuenta que las personas que ahora no nos conocemos cuando terminemos el viaje seremos amigos para siempre, pues juntos habremos vivido una experiencia inolvidable, junto a los monumentos, palacios y paisajes irán unidas las personas que los compartieron.

Y comenzó a presentar a los viajeros que estaban destinados a ser nuestros amigos para siempre...

El autocar tenía unas cincuenta plazas, los viajeros sumábamos unos treinta y cinco, habían quince plazas libres al fondo, cosa que me alegró, ya que la situación me permitiría cambiar de asiento para poder leer o simplemente estar un rato solo. Un viaje tan largo con un autocar repleto no resulta agradable.

El guía presentó a todos los viajeros por sus nombres, los estaba leyendo en una lista donde constaba su número de asiento.

Presentó a una familia de Valencia, dos matrimonios y una tía soltera, a varios pasajeros catalanes hablando en catalán pero advirtió que se expresaría en castellano para que nos entendiéramos todos, los no catalanes aprobaron con un murmullo; Cuando llegó a nosotros nos presentó como a “dos chicos de Barcelona” Jordi y Lluís, Jurgens hizo un amago de protesta por la catalanización de su nombre, que no se correspondía con el alemán, yo le retuve para que no llamara la atención.


Ella estaba casi en el fondo del autocar, no dijo su nombre, solo dijo: Una chica que viaja sola...

Por último presentó a Tomás el conductor, se llama Tomás-dijo riendo- pero en los ambientes le llaman “il pájaro picone” y esperó a que todos preguntaran por qué...

-Si, dijo el guía Roberto, Tomás siempre dice: "io sono il pájaro picone, pico y pico ma sempre torno a casa..."

-¡Qué malo! -dijo la señora valenciana, experta en viajes del Inserso, a la que sus hijos le habían regalado el viaje por ser el cuarenta aniversario de su boda.

Roberto contó que Tomás era un chófer expertísimo y que nunca había tenido ningún accidente, cosa que tranquilizó mucho a todo el mundo.

Terminadas las presentaciones puso una música suave y seguimos el viaje con destino a la frontera francesa.

Jurgens me dijo:

-¡Ya se han dado cuenta!

-¿De qué?-contesté yo despistado-

-¡De éso! ¡De lo de siempre ! ¡De nosotros...!

Hablábamos bajito, sabíamos que todos estaban pendientes de todo lo que decíamos.

-¡Bueno y ¿qué pasa? -dije molesto.

-Nada, que me molesta-dijo Jurgens- Ya te dije que era mejor la opción del avión...

-Pasa de todo, le dije para tranquilizarlo, ya se acostumbrarán, les da morbo, no pueden evitar estar pendientes...


Jurgens hacía tiempo que había salido del armario, no se cortaba un pelo en pasear conmigo cogido de la mano o en besarme en público, -es normal -decía- somos una pareja...

A mi la verdad es que no me gustaba demasiado, soy un poco tímido y no me gusta escandalizar al público, procuro llevar la cosa con discreción, tengo amigos y familiares que no saben nada de mis tendencias sexuales, soy de la opinión de que las cosas íntimas se deben hacer en privado.


Cuando Jurgens se lo dijo a sus padres-unos ricos empresarios alemanes afincados en Catalunya-se formó la de Dios, su padre se pasó varios meses sin hablarle, su madre lo soportó mejor, en la actualidad han hecho las paces y todo va bastante bien.

Yo casi no veo a mis padres, mis hermanos sospechan algo, por éso no me invitan a la cena de Navidad...

Yo no soy rico, aunque me gano bien la vida. trabajo en la bolsa, soy una especie de broker, un asesor de inversiones.

Jurgens me sedujo en un momento de mi vida en que no sabía qué hacer, había tenido algunas novias pero no funcionó... No se si soy homosexual , tampoco me importa.

Sólo son caricias, sólo caricias, sólo es amor, no busques nombres, si alguien te acaricia es porque te quiere-me dijo Jurgens después de nuestra primera noche juntos-

Jurgens tiene ocho años más que yo, yo tengo casi treinta, somos adultos y libres para hacer lo que queramos, como ya he dicho son sólo caricias, hacer el amor con un hombre como Jurgens es placentero y emocionante a la vez, los dos sabemos qué hacer para sentir placer, además le quiero.


-¡Bueno familia! -tronó la voz del guía Roberto que no había ajustado bien el micro- Ya hemos salido de la patria y entramos en nuestra querida vecina Francia, la Francia de la “grandeur”... son un poco chovinistas pero es una gran nación, su revolución cambió la faz del mundo, sin la revolución francesa el mundo no sería lo que es hoy.

Roberto se extendió en su lección sobre la revolución francesa, parecía un maestro de escuela dando la lección a sus alumnos...

Jurgens dormía desde que empezó a hablar Roberto, le estuve mirando un rato y le puse el asiento más reclinado, aprovechando que detrás no se sentaba nadie. Le dejé soñar...

Casi siempre sueña, cuando duerme siempre sueña y luego me cuenta sus raros sueños...

Jurgens es guapo y rubio como un querubín y tiene los ojos azules...

Él es muy responsable y muy protector, yo un poco gamberro.

A veces se deprime mucho, cuando éso ocurre lo pone todo a colación, cambia de sitio los muebles de su cabeza y mete los pájaros de su imaginación en jaulas, cuando se deprime está varios días sin hablar con nadie, apenas come y se pasa todo el día trabajando como loco, lo pone todo en duda , todo menos lo nuestro...Creo que tiene remordimientos profundos.

Cuando se recupera me besa con ternura y hacemos el amor varias noches seguidas, por el día cocina maravillas para mí y me mima como a un niño.


-!Vamos a parar para ir al lavabo y repostar!, -dijo Roberto – Este grandullón necesita comer gasoil- sólo vamos a parar media hora, así que no os perdáis, que ya estamos cerca de Nimes.

-¡Lo ves, van juntos al lavabo!-dijo el marido de la señora valenciana gordita-

-¿Dónde van a ir? ¡Son hombres! ¿no? -protestó-

El marido de la valenciana se puso el sombrero hacia delante emulando el gesto de Humphrey Bogart y soltó un bufido.

-¡¡Empezamos bien, dos maricas en el viaje!!

-¡Qué antiguo eres, si éso hoy en día no tiene importancia!

¡Que eres un antiguoooo!

La señora valenciana estaba muy puesta en las modernidades...


Al regresar de los lavabos la señora valenciana tropezó con el escalón del autocar y se torció levemente el tobillo...

-No es nada-,insistía a los que se interesaban, pero Roberto se sintió muy contrariado, la experiencia le decía que una simple torcedura puede complicar un viaje hasta límites insospechados. Las visitas se relentizan, los horarios no se cumplen... Casi es mejor -pensó- una pierna rota, si se rompe una pierna se llama al seguro, se hospitaliza y se manda a casa, todo mucho más sencillo que una vieja renqueante quejándose a todas horas...

Pero la señora valenciana era fuerte y animosa, además éste era el viaje de su vida, estuvo ahorrando casi dos años para visitar Praga y Hungría, lo sabía todo, se había leído un montón de libros y folletos, todos los que caían en sus manos.

Su marido-el Bogart- le reñía con dulzura...-¡Si es que no miras dónde pones los pies!


Una vez embarcados todos los pasajeros el guía Roberto tomó el micro y dijo: ¡Familia! El próximo tramo del viaje será un poco largo, hemos de llegar a Nimes a la hora de comer, el hotel nos espera a la una, poneos cómodos que nos vamos, los franceses son un rollo con eso de los horarios...

El autocar se puso en marcha y casi todo el mundo se relajó en sus asientos, al poco rato casi todos estaban dormitando o leyendo.

Jurgens estaba cabreado y refunfuñaba en el asiento de al lado, le dejé con sus líos mentales y me pasé al asiento de atrás.

Paralelo a mi asiento estaba Ana,la chica que viajaba sola en el fondo del autocar,parecía una pasajera al margen de los demás, se diría que viajaba por su cuenta, no participaba en nada y ni siquiera había cruzado una palabra con nadie de la expedición.

Calculé que tendría cuarenta años más o menos, no era excesivamente guapa pero si elegante y distinguida, lucía un aspecto feliz.

Para mi un aspecto feliz significa un aspecto armónico...

-¿Qué lees? Me preguntó al mirarla

-Un libro imposible

-¿Imposible?

-Sí, ésto no hay quien lo lea, me equivoqué al elegir...En la próxima parada compraré algo más ligero.

-¿Lees francés?

-No,no había caído que ya estábamos fuera de España, tiene razón, no leo francés, y menos alemán ni checo...

-Tendré que insistir con el tocho... -dije resignado-

-Yo tengo varios en la maleta-se ofreció-

-Se lo agradecería...Vamos a convivir doce días juntos, tenemos que compartir...-dijo riendo-

Y su risa me pareció maravillosa.

-Su compañero duerme...

-Sí, es la primera vez que hace un viaje colectivo.

-Se lo pasará muy bien, es un viaje muy bonito, es para hacerlo desde tierra...

-No estoy seguro, está muy mal acostumbrado, es un señorito...

-¿Y?

-No es muy sociable, viene de un mundo elegante , se lo han dado todo hecho desde pequeño y encuentra normal que se lo hagan todo...

-A mi también me gusta que me lo hagan todo.

Ana era médico y la encontré muy divertida y interesante.

-¿Puedes curarle el tobillo a la gorda? -le pregunté en voz baja-

-¡Ni se te ocurra decir que soy médico! ¡Si lo haces lo negaré! No quiero abrir una consulta en el autocar...

-Vaya...

-Si te divierte dí tú que eres el médico y yo ya te iré diciendo lo que tienes que hacer...

Me reí divertido, podría ser un juego muy bueno.

-¿Y si le da un infarto a alguien?

-Si te da un infarto en serio y no tienes un desfibrilador a mano estás muerto,los médicos no somos nada sin hospital y medicinas...No somos magos.


Llegamos al primer hotel, cuando nos asignaron las habitaciones y vieron que Jurgens y yo compartíamos habitación las miradas de los viajeros lo dijeron todo.

Ana, la chica que viajaba sola estaba en la habitación contigua a la nuestra, yo le ayudé a subir las maletas.

Entramos en la habitación y Jurgens se quejaba de todo, que si la ducha, que si la cama, que vaya un armario destartalado...

-Qué poco romántico-dijo mirando por la ventana que daba a la parte trasera del hotel-

La verdad es que el hotel estaba bastante apartado del centro de Nimes, ir a la ciudad era bastante difícil sin coche.


Me dí una ducha rápida y le dije a Jurgens que bajaba a tomar un café , sé que el hubiera preferido ducharse conmigo, le gusta que le frote la espalda, ducharnos juntos le erotiza mucho. Le dejé con su esponja natural en la mano, nunca sale de viaje sin su esponja natural y su maletín de cosmética.

Cuando salía de la habitación me encontré con Ana, la médica.

-¿Un café? -le dije -

-Me has leído el pensamiento-, me dijo con cara de cafetoadicta.

Entramos en un bar cerca del hotel lleno de gente joven, no servían en las mesas, me acerqué a la barra y pedí dos cafés “rizzatto” , a Ana le pareció buenísimo, nos fumamos un par de cigarrillos y le pregunté:

-¿Los médicos fuman?

-Más de lo que la gente piensa...

-¿Pero no es el origen de todos los males?

-Nadie sabe el origen del mal humano

Reímos

-Es pura estadística, todo depende de tu resistencia y de tu genética- Dijo poniendo cara de medico

-Uff, ya estoy más tranquilo, dije al tiempo que daba una profunda calada.

-No se lo digas a nadie, está muy mal visto que los médicos fumen.

-¿Cómo es que viajas sola?

-Soy soltera y me aterra volar-dijo un poco avergonzada.

-A mi lo que me agobia son las colas de los aeropuertos, además tengo miedo a perder las maletas-dije con tono de niño desvalido.

Al rato apareció Jurgens, no quiso quedarse a tomar nada aunque insistimos.

Me voy a comprar unas cosas antes que cierren-dijo con prisa-

-No te pierdas, le dije protector.

-Se perderá, dijo Ana en plan madre.

-Sabe francés, es un chico de mundo...

-¡Oh! -dijo Ana fascinada-

Un rato de silencio

-¿Estáis? ¿Sois?-pregunto Ana de golpe-

-Si, somos y estamos...¿Tanto se nota?

-Sí se nota, no es habitual que dos chicos viajen solos, si fueran dos chicas sería diferente, pero dos chicos seguro que son...

-¿Gais?

-La verdad es que para la gente común estas cosas tienen mucho morbo- Dijo Ana riéndose y enseñando unos dientes casi perfectos


Al cabo de un rato apareció Jurgens, y después de las presentaciones ya más formales nos fuimos juntos dejando a Ana sola.

Jurgens había comprado jabón de hierbas con aloe vera, perfume de violetas y un pequeño cuadro impresionista de un pintor desconocido, el galerista le había invitado a una cena en un restaurante que hacía las veces de pinacoteca y centro de reunión de pintores...

-No sé si iré -me dijo con ganas de ir y de que le acompañara.

-Creo que mañana salimos temprano-le dije -

Cuando Jurgens sale por la noche nunca se sabe, pierde la noción del tiempo y del lugar donde está, por éso quiere que le acompañe.

Cenamos y Jurgens se acostó temprano después de beberse media botella del whisky caro que llevaba en la maleta.

-Necesito anestesiarme -se disculpó-

Yo estuve mirando la tele francesa un rato y sólo entendía los anuncios, enseguida me dormí con la tele puesta.

Por la mañana temprano desayunamos a la francesa con croissants, mantequilla, mermelada y todo eso que toman los franceses por la mañana

La cara de Jurgens era un poema, cuando bebe se le hincha la cara y le salen ojeras, unas ojeras negras que no soporta, se había puesto una crema para disimular que hacia más evidente su estado.

Roberto el guía le comentó al chófer:

-Además de maricón, borracho. Vamos a tener un viaje movido ¡ya lo verás!

-El otro parece mas formal- dijo Tomas.

-¡Ya veremos, si se pasan los devuelvo a casa en el primer vuelo!

Cuando subimos a autocar le pregunté a la señora valenciana cómo estaba su tobillo.

-¡Creo que está algo mejor , pero todavía me duele! -dijo enseñándome el pie bastante hinchado-

Pero estando usted aquí ya estoy mas tranquila...

Cuando nos sentamos en nuestros asientos miré a Ana un poco enfadado

-¿Cómo ha pasado la noche doctor? -dijo burlona-

-¿¡Lo has hecho!? -le dije en voz baja-

-Eso les quitará presión, ya verás como ahora la gente te quiere más

-¡Eres un monstruo de maldad! -le dije tomándome libertades-

-Le das un masaje con ésto y se le va a quedar el pie como nuevo.

-¡No lo haré!

-Sí lo harás -dijo divertida y autoritaria.

Me tendió la pomada milagrosa y movió la cabeza hacia la señora valenciana a la vez que decía -¡Venga doctor!

Cogí la pomada y decidí seguir la broma

Jurgens miró a Ana divertido.

Ana lo miró con complicidad, al tiempo que ponía su delgado dedo en la boca en señal de silencio

Me levanté decidido y me dirigí al asiento de la señora del pie dolorido

Ella al verme con la pomada en la mano se quitó el zapato con la ayuda de su marido.

-¡Vamos a ver ese pie! -dije con voz de profesional.

Me incliné a sus pies y le toqué la articulación, Dios no quiso que el pié estuviera roto...

Ella emitió un leve quejido al torcerle un poco el tobillo

-No es nada señora-dije con seguridad.Parece que no hay nada roto, esta pomada le aliviará el traumatismo...

-¡Es que no mira dónde pone los pies! -riñó el marido.

Hacer masajes sí que sabía, a veces le hago un masaje a Jurgens cuando está tenso, dice que tengo manos de santo...Cuando terminé le vendé el pié cuidadosamente y le dije que todo iría bien, que no se preocupara. Ella me dió las gracias...

-¡Gracias doctor!... Y la palabra mágica se proyectó en todo el autocar.

A partir de entonces todo cambió en la actitud de los viajeros... Incluso los hombres comenzaron a entablar conversación como iguales.

Roberto el guía le dijo a Tomás:

-¡Què lujo tío! ¡Un médico a bordo como en los viajes VIP! ¡Si te da un infarto tienes médico cerca!

-¡ A mi ese tío no me hace el boca a boca, prefiero morirmeeee!


Retomamos la ruta hacia Munich, como es habitual en los viajes colectivos, los viajeros comenzaron a intimar y a contarse sus vidas.

Yo creo que las personas somos como las tiendas, primero mostramos el escaparate con el mejor género y luego el el resto de género que ya no luce tanto, alguien debería hacer un tesis sociológica sobre éso.

Todo marchaba como estaba previsto Roberto el guía se tranquilizó mucho con mi recién estrenado título de médico.

Ana y Jurgens se hicieron amigos enseguid,a en todas las paradas íbamos a tomar café los tres juntos como si fuéramos hermanos de padre y madre.

El resto de viajeros se acostumbró a llamarnos “los chicos del fondo del autocar”, aunque no bajaban a conversar ni a descansar en los asientos vacíos y mantenían una distancia prudencial, aunque más relajada.

Llegamos a Munich y visitamos el centro de la ciudad después de hacer la acostumbrada panorámica con el autocar , bajamos en el centro y el guía nos advirtió que no nos separásemos ni nos perdiésemos, por el tema del idioma.

Ana, Jurgens y yo nos separamos un poco del grupo; Jurgens habla alemán y nos traducía, incluso Roberto el guía le preguntaba, ya que su alemán se limitaba a unas pocas palabras.

Se le había olvidado el tema gay y le hablaba como si fuera una persona, eso sí, mantenía las distancias y no hacía preguntas personales.

Por la noche cenamos los tres juntos, Ana en medio de los dos, como la cocina alemana es a base de patatas y salchichas con un poco de chucrut , comimos poco.

Poco a poco comenzamos a intimar, una corriente de afinidades nos unía cada vez más.

Entre los tres organizábamos las visitas según nos convenía, al margen del grupo gracias al fluído alemán de Jurgens, los mapas hacían el resto.

Cuando llegamos a Viena para permanecer tres días nos relajamos un poco, el hotel era de lo más moderno, no demasiado céntrico pero muy bonito.

A veces los compañeros del grupo me hacían alguna consulta médica que yo contestaba a voleo con un poco de sentido común, Ana se reía, decía que mi verdadera vocación era la medicina.

Jordi, uno de los catalanes me confesó que tenía el colón irritable, y que cuando no tenía un lavabo cerca se sentía inseguro, me confesó avergonzado, se lo dije a Ana y me dio unas pastillas astringentes y me dijo que no comiera demasiados crudos, también me dijo que le diera un poco de nata líquida...Mano de Santo.

Otro me consultó sobre su diarrea, y Ana me dijo que tomara CocaCola caliente, el camarero del bar puso cara de no entender cuando el hombre le dijo que calentara su Coca Cola.

-El doctor Peberton no inventó un refresco-me dijo riendo-buscaba un remedio para los intestinos, a veces da buen resultado, pero sólo para emergencias.

A mi me divertía hacer de médico y comprobar que día a día me trataban como a un igual.

Por la tarde nos perdimos a posta, Jurgens nos llevó a comer pastel de Sacher en el mismísimo hotel Sacher, todo un lujo, Roberto nos riñó un poco por que nos retrasamos. Fuimos a la ópera de Viena, y después de escuchar la vida de Francisco José y la Emperatriz Sissi, asistimos a un ensayo de la orquesta filarmónica residente, nos obsequiaron con doce piezas de música clásica que nos impresionaron, Jurgens, Ana y yo nos cogimos de las manos. ..Y lloramos los tres...

La música selló nuestra amistad para siempre.

Visitamos Viena a fondo, y al tercer día partimos para Praga y Bratislava, la maleta de Jurgens cada vez pesaba más.

Ana se reía de él descaradamente-

!Ay los ricos!-le decía – y Jurgens le palmeaba el culo descaradamente.

Casi siempre caminaba en medio de nosotros dos, y nos cogía de la mano ante el estupor de los viajeros, me hablaba de medicina para que los viajeros no sospecharan de mi impostura médica.


La presencia de Ana había tranquilizado mucho a los viajeros, aunque estaban llenos de dudas sobre nuestra relación.

-¡Yo es que no lo entiendo! -exclamaba el chico de Ulldecona en un corrillo. Al principio parecían maricones normales, perdón, una pareja de gays quería decir, y ahora parece que se disputan a la chica... Otras veces parecen dos hermanos con su madre, otras veces...

-¡Tienes el cerebro como una cloaca, tío!-decía su mujer, una chica bastante gorda a la que todos los bichos volantes se le acercaban, en Lion entró una abeja en el autocar y no hubo manera de deshacerse de ella en todo el viaje, siempre rondaba por encima de su cabeza. -¡Simplemente son dos amigos que han encontrado una amiga! Además, los médicos no suelen ser homosexuales-recalcó con cara de saberlo de cierto.

-¡Esto parece un culebrón!- Dijo el viajero de Sabadell que llevaba siempre el sombrero a lo Bogart y viajaba con su señora que era de Granada.

Roberto el guía pensaba que este viaje no sería como los demás.

Llegamos a Praga, el hotel era de lo más aparente: camas italianas de dos metros de ancho, camareros amables... La ciudad tenía un "nosequé" que la hacía especia.A Jurgens le fascinó el suelo de la ciudad, estaba alfombrado de millones de pequeños adoquines, llovía ligeramente y el suelo brillaba con toda la gama de grises...

Por la noche nos llevaron a cenar codillo de cerdo y a beber la magnífica cerveza checa , Ana, Jurgens y yo nos sentamos en una mesa casi aparte de los demás viajeros. La estrategia para estar solos consistía en entrar los últimos, ocupábamos la mesa que quedaba y así podíamos hablar con libertad , y los viajeros dar rienda suelta a sus comentarios sobre nosotros...

Apenas probamos el codillo, Jurgens lo escarbó un poco pero Ana y yo apenas lo tocamos.

Un acordeonista amenizaba la cena con canciones húngaras, algunos comensales les hacían coro, apenas vaciamos las primeras jarras cuando los camareros las volvían a llenar, el propósito era claro está , emborracharnos...

La noche era calurosa y comenzamos a ponernos eufóricos, para hablar nos acercábamos mucho, Ana olía a perfume y a mujer, ella se rió mucho cuando se lo dije.

-Y vosotros a colonia de hombre ¡mmmmmmmm!

-¡Dos hombres para mí sola!

-¡Dos hombres amigos que no están conmigo porque me quieren follar!¡Qué fuerte! -dijo impúdica-

Al rato nos dimos cuenta que estaba borracha, totalmente borracha de la buenísima cerveza checa, teníamos las cabezas juntas y tarareábamos las canciones del acordeonista que tocaba muy bien.

Los viajeros nos controlaban de cuando en cuando sin entender nada.

El del sombrero a lo Bogart cantaba abrazado al marido de la señora valenciana una canción de cosacos, se sabían la letra en español, acabaron cantando la canción de ojos negros y ojos de España, mezclándolas ambas, el acordeonista se las sabía desde la época del comunismo.

Salimos medio borrachos de la taberna y caminamos hacía el hotel que estaba cerca...


Roberto advirtió que saldríamos temprano y todo el mundo se fue a acostarse a regañadientes, todos menos nosotros, que nos perdimos por la ciudad en busca de un sitio para seguir bebiendo y charlando.

Roberto nos dio su número de móvil, por si las moscas...

-¡No os metáis en líos, los polis de aquí son duros de verdad!

Entramos en varias tabernas que estaban casi cerrando, dejamos la cerveza y nos liamos con una especie de grappa, un poco dulc. Los chupitos terminaron el trabajo que comenzamos con la cerveza , estábamos borrachos, como cubas, nos costó Dios y ayuda encontrar el hotel, encontrar la habitación de Ana fue una aventura, entramos en su cuarto y vomitamos los tres en la bañera, luego incapaces de encontrar nuestra habitación nos tumbamos en la gran cama italiana, Ana en medio de los dos, nos habíamos quitado la ropa, estaban pestilente por los vómitos...

Jurgens, el más borracho de los tres se pegó a mi espalda, mientras Ana y yo nos quedamos frente a frente.

Desnudos en la cama italiana parecíamos un amasijo de carne muerta...

De pronto Ana gritó entre risas...

-¡Quita éso de ahí! -le dijo Ana a Jurgens apartándole el pene erecto que estaba casi en medio de sus nalgas-

-Mmmmmm, ronrroneó Jurgens casi dormido

¡Y tu,¿que pretendes tocándome las tetas? -me dijo a mi-

-¡Se supone que sois gais ! ¡Y yo soy una chicaaaa! -rió y chilló divertida, y perversa-

Yo solo atiné a decirle: -Sólo son caricias,Ana, sólo caricias, nada de penetraciones asquerosas, sólo caricias...

-Sí, sólo caricias-dijo Ana mientras se deslizaba hacia mi cadera.

Sólo caricias... Sólo caricias...

Casi no recuerdo el resto de la noche, solo sé que fue hermoso y placentero...


Nos despertó el teléfono, un tipo en el otro extremo de la línea dijo algo parecido a ¡good morning!

Ana saltó de la cama y se fue a la ducha, y nosotros a nuestra habitación a hacer lo mismo.

Nos costó mucho volver a la realidad, nos duchamos juntos para ahorrar tiempo, una horrible resaca se había ido a vivir a nuestras cabezas...

Mientras nos vestíamos Jurgens me miró a los ojos.

-Anoche...

-No me acuerdo de nada -le contesté evasivo.

-Es una chica mala-dijo Jurgens con su sonrisa de pensar-(Jurgens tiene una sonrisa especial cuando piensa)-Es una niña mala.-repitió

-Pero la quiero.

-Y yo Jurg, y yo.

Todo el mundo había terminado de desayunar cuando bajamos, Jurgens me trajo zumo de naranja y un café negro, Ana no aparecía...

Ya estábamos preocupados cuando Ana apareció radiante con el pelo mojado

-¡El secador no funciona!

-¿Queda café?

Jurgens se levantó y le trajo una cafetera que parecía del siglo pasado

-¿Quieres zumo?-le pregunté-

-No, sólo café...

Después de un cierto silencio y de beberse dos tazas se hizo un extraño silencio...

El comedor estaba completamente vacío

-Demasiada cerveza , dijo al fin...

-Y demasiada grappa, dijo Jurgens aliviado por la tensión...

-¡Que resacón! ¡No me habléis! ¡Voy a llamar a la U.V.I. !

Antes que pudiéramos decir nada más apareció Roberto el guía llamándonos casi a gritos.

-¡Venga golfos, que nos vamos a Bratislava!

-¡Mátalo Jurgens! -dijo Ana apurando el café.

-¿Te llevamos en brazos? -dije yo-

-¡Fuera de mi vista, borrachos pervertidos! -dijo fingiendo enfado.

La escoltamos hasta el autocar sin hablarle, se había puesto las gafas de sol y parecía una top model escoltada por dos gorilas, como en el cine.

Ana subió al autobús se sentó en su asiento y lo reclinó al máximo acurrucándose en él.

Apenas habíamos recorrido un kilómetro cuando Roberto el guía comenzó a relatar el itinerario que íbamos a hacer, comenzó como siempre explicando la historia del país que íbamos a visitar con un montón de reyes, condes y guerreros...

-Chequia se separó de Eslovaquia en el año... -insistía machacón-

Ana murmuró desde el abismo de su resaca:-

¡Mátalo Jurgy! ¡Mátalo!

Jurgens obediente puso la mano en forma de pistola y le disparó todo el imaginario cargador...

Al poco Ana se durmió, yo la vigilaba como si fuera su médico, tenía la boca levemente abierta y me pareció muy sexi, al rato Jurgens también se durmió y yo hice lo propio, Jurgens me había cogido la mano entrelazando sus dedos con los míos.

Antes de dormirme lo miré, y noté que estaba feliz, desde que lo conozco nunca lo había visto así.

Nos despertó la voz del guía Roberto, estábamos en Bratislava, la capital de Chequia, el guía nos situó en el centro histórico y nos instruyó para que no nos perdiéramos, nos indicó un punto de encuentro.Era temprano, la mañana lucía preciosa , la ciudad parecía un decorado de cuento. Vimos que la gente era amable y que se esforzaban para entendernos, todos los viajeros ,excepto nosotros, se abalanzaron en pos de los puestos de recuerdos y chucherías.

Nosotros entramos en una cafetería pequeña y moderna, donde dos chicas rubias y altas reinaban detrás de la barra como dice Sabina...

Ana permanecía en silencio

Jurgens y yo pensamos lo peo.

De pronto Ana se volvió hacia nosotros y nos dijo muy flojito...

-Os quiero...

Una gruesa lágrima resbaló tras los cristales de sus gafas de sol

-A ti más,dijo dirigiéndose a mí, porque eres guapo, joven y sensible...

-A tí mas, dijo volviéndose hacia Jurgens, porque eres interesante, culto y rubio con ojos azules...

¡Tenía que decirlo!

Se alejó un poco de nosotros como avergonzada.

-!Demuéstralo pagándote unos cafés “ristrettos”-le dije yo para asedar las cosas con un golpe de humor.

-Pagaré los que hagan falta- dijo muy seria

Dicho esto se acercó a la barra y llevó tres excelentes cafés a la mesa

Tomamos los cafés en silencio.

Sin apenas mirarnos.

Esperando respuestas unos de los otros...

La mañana radiante se había llenado de nubes y comenzaba a llover, una lluvia fina apenas perceptible.

Los viajeros habían alquilado un coche de época para hacer el itinerario más llevadero, cuando pasaron por delante de nosotros saludaron todos agitando las manos y gritando, como buenos españoles.

Rechazamos con un gesto la invitación interesada del guía, que ya había negociado una comisión con los conductores de los taxis del siglo pasado

-¡No os perdaís, a la una en la catedral! -dijo previsor.

-¡Éstos están perdidos desde hace tiempo! -dijo el del sombrero a lo Bogart con retranca.

Todos rieron la machada.

Ana ya se había tomado el segundo café.

-Anoche... Comenzó a decir

-Anoche-cortó Jurgens muy serio-pasó lo que pasó, las cosas de la noche y de la cama son de la noche y de la cama, casi siempre se expresan sin palabras, se expresan con caricias,maneras de expresar el afecto y el amor, cuando se ama, el cuerpo también quiere expresarse...

Parecía que estaba dando una conferencia

-Pero es que vosotros sois...

-Una cosa no quita la otra-interrumpí- si no me hubiera gustado me habría ido a dormir a otra parte. Además estábamos borrachos-añadí-

-Creo que fueron las feromonas -dijo Ana poniéndose médica.

-Vuestro olor y el mío.

-¡Ya salió la doctora! -dije yo-

Ana se acercó a Jurgens y lo besó en los labios

Luego hizo lo mismo conmigo

Yo besé a Jurgens ante el estupor de las camareras.

"Hispanichs customs" -balbuceé para arreglar las cosas-

-Brothers, brothers -dijo Ana dejando veinte euros encima del mostrador.

Las chicas se miraron incrédulas


Tardamos casi tres horas en llegar a Hungría, hicimos una parada en el Balneario de Karol di Bari Jurgens y Ana compraron jabón y perfumes de hierbas, miel para el cutis y varios mejunjes para estar guapos, la maleta de Jurgens estaba a punto de reventar.

Todo olía a aguas ferruginosas y a viejos.

-Los viejos huelen a viejos-decía Ana siguiendo con sus teorías sobre los olores y las feromonas.

yo me reía de ella y Jurgens le daba la razón y me llamaban incrédulo.

-Los olores rigen nuestros afectos- decía Ana .

-!Éso son bobadas- decía yo,

-Puede que tenga razón... Una vez leí...decía Jurgens.

Continuamos el viaje, Ana y Jurgens se habían dormido en los asientos traseros, habían esparcido sobre ellos parte del perfume de violetas con romero y lúpulo, mantenían la teoría que les relajaba y les invitaba a la meditación, creo que se tocaron un poco a escondidas...

Yo miraba el paisaje, Hungría se estaba convirtiendo en una potencia en el cultivo de uva y lúpulo, la gama de colores verdes me hacía el efecto de un bálsamo para mis ojos

Pensé en Ana, sólo hacía unos días que la conocía y ya se estaba haciendo imprescindible para mi, éso me hacía sentirme raro e inseguro. Creo que lo mismo le pasaba a Jurgens, nunca lo había visto tan vivo, tan alegre. Cuando Jurgens está de buen humor es encantador, su humor es mordaz a la vez que inteligente.

Ana, Jurgens y yo...

¿Qué será de nosotros?

-Estamos enamorados. Los tres de los tres...

Tal vez Jurgens tenga razón, no hay que profundizar tanto(si profundizas se llega al infierno,dice el) hay que aceptar las cosas con naturalidad, sin los prejuicios que nos hacen infelices...

"Hacer planes es de idiotas", me había dicho una vez cuando comenzamos nuestra relación, deja que las cosas fluyan... Al final pasa lo que tiene que pasar.

Yo le había dicho que cada acción tiene su consecuencia, y el me dijo que no, que la vida tiene una magia que protege a los inocentes...


Llegamos a Budapest con lluvia y casi de noche, el hotel no estaba mal, estábamos bastante cansados y cenamos poco, los tres nos fuimos a dar una vuelta, de excursión por el enorme hotel tal como dijo Jurgens, Ana se había colgado del brazo de Jurgens y yo tenía celos.

Unos celos tontos

Celos de los dos, un lío en mi corazón

Si Jurgens se acercaba a Ana para decirle algo sentía celos de Jurgens y si Ana se reía por lo que Jurgens le decía sentía celos de Ana.

Caos en mis sentimientos, nunca me había sentido así...

Pero se volvieron y me abrazaron...

-¡Ves como te quiere! Le dijo Jurgens a Ana

-¡Siente celos!

Y a Ana le brillaron los ojos de emoción por mis celos

Cuando nos disponíamos a irnos a las habitaciones Ana descubrió que el hotel tenía piscina en el sótano, nos miramos y recordamos que en recepción había una tienda, compramos bañadores y alquilamos albornoces, bajamos al sótano, el recepcionista nos había encendido la luz

Con los dedos arrugados después de permanecer mucho tiempo en el agua nos pusimos los albornoces y llamamos a recepción para que nos trajeran algo de beber, estábamos en el cielo.

Cuando nos retiramos a nuestras habitaciones todo el mundo ya dormía.

Ana se vino a nuestra habitación con naturalidad

-¡No pienso dormir sola! Dijo al tiempo que se quitaba el albornoz y aparecía su cuerpo desnudo.

La cama era un poco más reducida que la de Praga, aunque cabíamos los tres cómodamente, Jurgens puso una película en la televisión,estábamos los tres desnudos en la cama ,Ana en medio, era de vaqueros, intentamos entenderla entre risas, enseguida nos dormimos los tres con la luz encendida.

Los recuerdos que me quedaron del viaje a Hungría se podrían resumir en: la visita al espectacular parlamento, las columnas, las paredes, los mármoles...

También la gente, muchos jóvenes,parecían alegres y conformes con la vida, hubiera dado cualquier cosa por mantener una conversación con la gente.

Los edificios de la época comunista, tristes y oscuros, pensé que los estados comunistas repartían la miseria más que la riqueza...

Los guisos grasientos llamados gulagh, a base de patatas carne y pimiento verde... Los pepinos en el buffet del desayuno.

El Danuvio... Vale la pena viajar a Hungría sólo por ver el Danuvio a su paso por Hungría, los puentes y los muelles, hicimos un crucero nocturno inolvidable, Ana Jurgens y yo nos situamos a la popa del barco cogidos del brazo, habíamos tenido la precaución de ponernos los anoraks, el viento que circula por el río es frío y huele...

-Huele a Danuvio- dijo Jurgens,- !no hay otro olor así en el mundo!.

El Danubio parece un mar horizontal de agua dulce, lo estuve mirando un rato cuando desembarcamos y paseamos por los muelles, no me extraña que haya tanto arte a su alrededor, todo está impregnado de su presencia, se instala dentro.

-Creo que ya somos novios, y debemos dormir juntos- nos dijo Ana después de cenar-No está bien que los novios duerman separados.

Los viajeros nos vigilaban con las puertas entreabiertas para ver donde dormíamos, y hacían conjeturas a la hora del "desayuno continental con pepinos"

La última noche en Hungría dormimos en nuestra habitación, Ana como siempre se ponía desnuda entre los dos esperando nuestras caricias.

Yo apagué la luz y Ana la encendió...

-No quiero perdérmelo ,dijo, quiero veros...

Jurgens es un maestro en caricias...Las eterniza l con una ternura infinita, sabe dónde besar, dónde tocar, nosotros sólo podemos responder a lo que él hace...

Creo que escuché a Ana balbucear...

-¿Qué será de nosotros?

Creo que Ana, Jurgens y yo estamos enamorados de verdad.Yo también me pregunto qué será de nosotros, pero he decidido hacerle caso a Jurgens por una vez, y no hacer planes.

Roberto el guía nos reunió en la entrada del hotel, su acento ya no era tan amable como a la partida, dijo que ahora las etapas del viaje serían un poco más largas, comenzaba el regreso, pasaríamos por el lago diGarda y algún pueblo de Italia pero de una manera rápida, el viaje tocaba a su fin.

El viaje de regreso se nos pasó volando, sólo recuerdo la noche que pasamos en el hotel junto al lago di Garda, nos escapamos después de cenar y nos bañamos desnudos en las frías aguas del enorme lago, tuvimos que andar un poco para encontrar un sitio apartado, después del baño nos tumbamos en las piedras y nos bebimos una botella de grappa que Jurgens había comprado.

Comenzamos a hablar de nuestra vida cotidiana y de los lugares que frecuentábamos en Barcelona, yo como siempre comencé a hacer planes y a montar salidas y cenas con Ana , ella se mostró un poco evasiva, parafraseando a Jurgens dijo que hacer planes era de tontos.

Jurgens y yo comenzamos a tontear con las caricias, y ella nos miraba sin participar, estaba un poco triste por el final del viaje.

Nos metimos en el agua, la grappa había hecho su efecto, hicimos el amor con ella como los hombres lo hacen con las mujeres...Uno después del otro, despacio, con lentitud.. Nunca había hecho el amor así.

La llegada a la Junquera y el paso de la frontera fue celebrada por los viajeros con alborozo

-¡Ya estamos en España!

-¡España es el mejor país del mundo! -casi gritó el valenciano en un alarde de patriotismo-

-El guía nos encaminó a un restaurante para la comida de despedida, todos los viajeros estaban ávidos de paella, gazpacho y aceite de oliva.

Intercambio de números de móvil, abrazos, promesas de amistad eterna...

-Si venís a Valencia tenéis casa...

-Ya nos veremos, tenemos que repetir otro viaje juntos...

Recolecta de propinas para el chófer y el guía...Es la costumbre, se han portado muy bien...

Llegamos a la terminal de Barcelona, todo el mundo se fue marchando para sus casas con las maletas llenas de recuerdos.

Ana, Jurgens y yo nos quedamos solos con nuestras maletas mirándonos sin saber qué decir, al fin Jurgens sugirió compartir un taxi, Ana dijo que no, que sería mejor uno solo para ella, que tenía que pasar por su consulta y le llevaría tiempo...

-Ya os llamaré esta noche. Tengo que organizarme-dijo con prisas-

No la volvimos a ver.

Nadie cogió el teléfono cuando me cansé de esperar su llamada, quizás un accidente, quizás un problema grave...

-No te canses- me dijo Jurgens- tiene nuestros dos teléfonos y yo le dí una tarjeta, se la metí en el bolso en Italia...

-Ella nos quería, dije desesperado...

-Tal vez tenga compromisos, tal vez esté asustada, tal vez tenga miedo a la felicidad-dijo Jurgens con lágrimas en los ojos...

Jurgens es de mucho llorar....

FIN