jueves, 8 de febrero de 2018

MENSAJE EN UNA BOTELLA





Me gusta pasear por la orilla del mar, en esa playa que tengo tan cerca, en invierno, cuando el mar huele a mar, cuando las gaviotas se adueñan de la playa, cuando los cormoranes juegan a pescar somsos sin decidirse a ser de la tierra o del mar.
Todo permanece en silencio después de comer – curiosamente todos comemos a la misma hora- los viejos duermen la siesta con la televisión encendida...
Las tardes son cortas en invierno y hay que aprovechar las horas de sol.

Encontré la botella entre los restos de cosas que trae el mar, algas, plásticos piedras... En invierno no pasan las máquinas limpiadoras automáticas.
Era una botella corriente, seguramente de vino; el tapón de corcho – una rareza en este tiempo- estaba bien metido en el gollete. Un mensaje de un naufrago, pensé jugando a las novelas...
La cogí y vi el papel que contenía a través de las pocas transparencias del vidrio...
Algún bromista jugando a los mensajes misteriosos – pensé -
Me la llevé a casa, no podía quitarle el tapón sin sacacorchos.

No le dije nada a mi marido, él siempre tan ocupado en sus cosas de los trenes.
Estaba emocionada, la curiosidad me salía por todos los poros; la guardé donde pongo mis cosas secretas y esperé al día siguiente.
Mi marido es el tipo mas puntual del mundo, es el jefe de la enorme estación de trenes que hay en mi pueblo.
Apenas pasan trenes ya, está en desuso desde hace años, apenas pasan trenes de pasajeros, uno a la semana, creo, solo trenes de mercancías o trenes averiados que van a las vías muertas a eso...A morir...
Desde hace muchos años, él se pasea con su uniforme impecable por los andenes y las enormes salas de espera, el silencio de la estación es impresionante; siempre con su bandera roja en la mano
y la gorra calada.
Le habían ofrecido jubilarse varias veces pero el se negó dando mil excusas; habían rumores que pronto se automatizaría la estación y se tapiarían las salas de espera.
Todas las vías ya se habían soterrado y los trenes circulaban por un tubo de vacío a velocidades increíbles para los no iniciados en las nuevas ingenierias.
Le besé en la oreja como cada mañana preguntándole que quería para comer; la respuesta siempre era la misma... Cualquier cosa estará bien...

Me costó mucho encontrar el sacacorchos, solo bebíamos vino en días especiales; lo encontré en el cajón de las cosas olvidadas.
Busqué la botella del mensaje y apliqué el tornillo metálico al corcho, estaba muy apretado y me costó mucho sacarlo.
Intenté sacar el mensaje pero el papel se había desplegado, el cuello de la botella era demasiado estrecho.
Probé con unas pinzas insistiendo en sacarlo entero, corría el riesgo de romper el papel que contenía la botella. Pensé tontamente en los tipos que introducen modelos de barcos en el interior de una botella, pieza a pieza, con pinzas y mucha paciencia. ¿Como lo hacen?...






Di unas vueltas por la casa buscando un artilugio que me permitiera extraer el mensaje y no encontré nada adecuado...
Tenía que ir al mercado a comprar verduras y dejé la botella tumbada sobre la mesa, ya se me ocurrirá algo -pensé-
Me dí prisa en comprar, estaba impaciente, el mensaje de la botella me tenía fascinada, sentía como un cosquilleo en la barriga, como cuando tienes un secreto romántico.
Comenzó a llover cuando regresaba a casa con la compra; siempre que llueve me pasan cosas maravillosas . Aunque esos tipos del poder ya hacen llover cuando quieren; desde que descubrieron ese producto que echan desde los aviones solo llueve cuando toca.
Supongo que alguien paga para que llueva...
Pero bueno, a mi me encanta la lluvia, sea natural o de bote, es lluvia al fin y al cabo.
Cuando llegué a casa me di cuenta que la botella del mensaje que había dejado sobre la mesa había rodado a causa de la corriente de aire y de la ventana abierta, se había caído al suelo rompiéndose a añicos.
No sé si solo fue una impresión pero todo el comedor olía a mar...
El mensaje estaba entre los cristales, se había desplegado, como desperezándose de un largo sueño húmedo...
Lo cogí sin pararme a barrer los cristales, con las manos temblorosas de emoción, me corté un poco en un dedo y el papel del mensaje se tiñó un poco de gotas de mi sangre.
Instintivamente me llevé el dedo a la boca y busqué ese líquido que regenera las heridas al instante, me puse una gota y la heridita se cerró al al momento.
Le dí una patada al robot barredor de suelos y se puso en marcha absorbiendo y triturando todos los restos de la botella rota.
El papel del mensaje estaba encima de la mesa con mis dos gotitas de sangre...
Cuando me disponía a leer el dichoso mensaje que me tenía loca de impaciencia, sonó el dispositivo móvil en el comedor; se había puesto rojo y en la pantalla parpadeaban las letras de : URGENTE
Dudé un momento, no sabía si atender la llamada o leer el puto mensaje...
Soy una chica responsable, algo grave estaba ocurriendo... Atendí al móvil.

_ ¿Está su marido en casa? - interrogó la voz-
Reconocí la voz del coordinador de la estación; un tipo que siempre me mira el culo cuando voy a hacer alguna gestión a la oficina central del ferrocarril – mi culo todavía es muy mirable por así decirlo-
Siempre que le pregunto a mi marido que le gustó de mi la primera vez que me vio y siempre me contesta igual: Tu culo... Yo hago como que me enfado, es más romántico decir: Tu mirada, tu personalidad, el brillo de tu pelo y todo eso...
Pero bueno, él es un Capricornio puro y nunca miente y a mi me gusta atraer a los hombres.

_ ¿Tiene idea de donde está su marido? - Preguntó muy preocupado el miraculo-
_ Salió de casa esta mañana, como siempre, como cada día... -Respondí preocupada-
El tono del coordinador sonaba a que todas las luces rojas estaban encendidas...
_ Es que no está en su puesto...
_ ¿Sabe si está enfermo o ha pasado algo raro?
_ No, si estuviera enfermo me lo hubiera dicho y hubiera avisado para el relevo, ya sabe lo estricto que es mi marido...
_ ¿Podría venir a la estación? Es que es muy raro....






Su voz sonaba metálica y alarmada.
La estación está a unos trescientos metros de casa, eso si, con muchas escaleras para llegar.
Me puse los zapatos planos y me dispuse a salir...
Apagué las cosas de la cocina y miré de reojo el mensaje de la botella con las dos manchitas de sangre, estuve tentada de leerlo de una puta vez pero pensé que no estaría bien...
Llegué a la enorme estación... Siempre me siento pequeña en ese vetusto edificio estilo imperio; a mi siempre me ha dado cosa ir a esa estación; siempre limpísima por la acción de los robots limpiadores automáticos, brillante, con esas enormes salas de espera siempre vacías con larguísimos pasillos anchos e interminables, esas taquillas sin nadie que las atienda...Parece que esté viva.
Te subes a ese tren y en dos horas estás en París, me decía mi marido cuando éramos novios...Yo le contestaba que en el tren tubo de vacío en doce minutos se llega a la ciudad de la luz …
Puso cara de que yo no entendía nada …
El placer no está en el viaje no en el destino...Me dijo muy serio...
Es verdad, le contesté yo coqueta, es como el sexo...
Se ve que le gustó y se casó conmigo...

Andamos un rato por los interminables andenes, dos seguratas, el coordinador miraculos y yo, los cuatro muy serios...
Enseguida reconocí la gorra y la banderola esa de hacer señales; siempre la quiere limpísima, la pongo cada día en la lavadora que lava,seca y plancha en dos minutos, sin detergente y sin agua...Una bendición tecnológica...
No sabía que decir...Era todo tan extraño...
Veinte años de casados... Sin hijos... El I.P.E. Nos denegó el permiso para tenerlos cuando tuve un ataque hormonal de madre y quería ser madre a toda costa; solo pueden ser padres las personas aptas genéticamente, la población está muy controlada, ya es muy raro ver a alguien enfermo, cuando se me pasó el ataque hormonal me alegré...Es un coñazo tener hijos.
Firmé los papeles de desaparición en el despacho del coordinador, no se podía hacer nada, solo esperar...
Al salir el coordinador me tocó el culo y yo esbocé una sonrisa tierna sin quejarme...
De camino a casa recordé las leyendas urbanas sobre los enormes cocodrilos blancos, mascotas abandonadas que habían mutado en los túneles inundados de la estación convirtiéndose en monstruos depredadores de personas. Yo personalmente pienso que son estrategias de la empresa para hacer desaparecer personas y así no tener que pagar despidos incómodos... ¿Quien sabe?...

Al llegar a casa recordé el mensaje de la botella con las manchitas de sangre...
Aquí sopla un viento que le llaman Tramontana, un poco fuerte... Y esa puta ventana que no cierra bien...
El mensaje había caído al suelo, arrastrado por el viento, el puto robot barresuelos se lo estaba comiendo, triturando... Todavía pude ver algunos restos de papel manchado de mi sangre.
Me dio mucha rabia, pero mucha mucha... Le di una patada al robot barredor y dijo: ¡¡aaayyy!!
-funciona a patadas y en voz- y se puso a barrer a toda marcha.
Sonó el artilugio telefónico y apareció la imagen del coordinador tocaculos...
_ Se que estarás muy agobiada y desconsolada … - Dijo con sonrisa pillina-
_¿Nos tomamos unas copas y hablamos del futuro?...
_Vale... - Dije yo pensando en un plan B para mi futuro...

FIN