Me gusta pasear por la orilla del mar,
en esa playa que tengo tan cerca, en invierno, cuando el mar huele a
mar, cuando las gaviotas se adueñan de la playa, cuando los
cormoranes juegan a pescar somsos sin decidirse a ser de la tierra o
del mar.
Todo permanece en silencio después de
comer – curiosamente todos comemos a la misma hora- los viejos
duermen la siesta con la televisión encendida...
Las tardes son cortas en invierno y hay
que aprovechar las horas de sol.
Encontré la botella entre los restos
de cosas que trae el mar, algas, plásticos piedras... En invierno no
pasan las máquinas limpiadoras automáticas.
Era una botella corriente, seguramente
de vino; el tapón de corcho – una rareza en este tiempo- estaba
bien metido en el gollete. Un mensaje de un naufrago, pensé jugando
a las novelas...
La cogí y vi el papel que contenía a
través de las pocas transparencias del vidrio...
Algún bromista jugando a los mensajes
misteriosos – pensé -
Me la llevé a casa, no podía quitarle
el tapón sin sacacorchos.
No le dije nada a mi marido, él
siempre tan ocupado en sus cosas de los trenes.
Estaba emocionada, la curiosidad me
salía por todos los poros; la guardé donde pongo mis cosas secretas
y esperé al día siguiente.
Mi marido es el tipo mas puntual del
mundo, es el jefe de la enorme estación de trenes que hay en mi
pueblo.
Apenas pasan trenes ya, está en desuso
desde hace años, apenas pasan trenes de pasajeros, uno a la semana,
creo, solo trenes de mercancías o trenes averiados que van a las
vías muertas a eso...A morir...
Desde hace muchos años, él se pasea
con su uniforme impecable por los andenes y las enormes salas de
espera, el silencio de la estación es impresionante; siempre con su
bandera roja en la mano
y la gorra calada.
Le habían ofrecido jubilarse varias
veces pero el se negó dando mil excusas; habían rumores que pronto
se automatizaría la estación y se tapiarían las salas de espera.
Todas las vías ya se habían soterrado
y los trenes circulaban por un tubo de vacío a velocidades
increíbles para los no iniciados en las nuevas ingenierias.
Le besé en la oreja como cada mañana
preguntándole que quería para comer; la respuesta siempre era la
misma... Cualquier cosa estará bien...
Me costó mucho encontrar el
sacacorchos, solo bebíamos vino en días especiales; lo encontré en
el cajón de las cosas olvidadas.
Busqué la botella del mensaje y
apliqué el tornillo metálico al corcho, estaba muy apretado y me
costó mucho sacarlo.
Intenté sacar el mensaje pero el papel
se había desplegado, el cuello de la botella era demasiado estrecho.
Probé con unas pinzas insistiendo en
sacarlo entero, corría el riesgo de romper el papel que contenía la
botella. Pensé tontamente en los tipos que introducen modelos de
barcos en el interior de una botella, pieza a pieza, con pinzas y
mucha paciencia. ¿Como lo hacen?...
Di unas vueltas por la casa buscando un
artilugio que me permitiera extraer el mensaje y no encontré nada
adecuado...
Tenía que ir al mercado a comprar
verduras y dejé la botella tumbada sobre la mesa, ya se me ocurrirá
algo -pensé-
Me dí prisa en comprar, estaba
impaciente, el mensaje de la botella me tenía fascinada, sentía
como un cosquilleo en la barriga, como cuando tienes un secreto
romántico.
Comenzó a llover cuando regresaba a
casa con la compra; siempre que llueve me pasan cosas maravillosas .
Aunque esos tipos del poder ya hacen llover cuando quieren; desde que
descubrieron ese producto que echan desde los aviones solo llueve
cuando toca.
Supongo que alguien paga para que
llueva...
Pero bueno, a mi me encanta la lluvia,
sea natural o de bote, es lluvia al fin y al cabo.
Cuando llegué a casa me di cuenta que
la botella del mensaje que había dejado sobre la mesa había rodado
a causa de la corriente de aire y de la ventana abierta, se había
caído al suelo rompiéndose a añicos.
No sé si solo fue una impresión pero
todo el comedor olía a mar...
El mensaje estaba entre los cristales,
se había desplegado, como desperezándose de un largo sueño
húmedo...
Lo cogí sin pararme a barrer los
cristales, con las manos temblorosas de emoción, me corté un poco
en un dedo y el papel del mensaje se tiñó un poco de gotas de mi
sangre.
Instintivamente me llevé el dedo a la
boca y busqué ese líquido que regenera las heridas al instante, me
puse una gota y la heridita se cerró al al momento.
Le dí una patada al robot barredor de
suelos y se puso en marcha absorbiendo y triturando todos los restos
de la botella rota.
El papel del mensaje estaba encima de
la mesa con mis dos gotitas de sangre...
Cuando me disponía a leer el dichoso
mensaje que me tenía loca de impaciencia, sonó el dispositivo móvil
en el comedor; se había puesto rojo y en la pantalla parpadeaban las
letras de : URGENTE
Dudé un momento, no sabía si atender
la llamada o leer el puto mensaje...
Soy una chica responsable, algo grave
estaba ocurriendo... Atendí al móvil.
_ ¿Está su marido en casa? -
interrogó la voz-
Reconocí la voz del coordinador de la
estación; un tipo que siempre me mira el culo cuando voy a hacer
alguna gestión a la oficina central del ferrocarril – mi culo
todavía es muy mirable por así decirlo-
Siempre que le pregunto a mi marido que
le gustó de mi la primera vez que me vio y siempre me contesta
igual: Tu culo... Yo hago como que me enfado, es más romántico
decir: Tu mirada, tu personalidad, el brillo de tu pelo y todo eso...
Pero bueno, él es un Capricornio puro
y nunca miente y a mi me gusta atraer a los hombres.
_ ¿Tiene idea de donde está su
marido? - Preguntó muy preocupado el miraculo-
_ Salió de casa esta mañana, como
siempre, como cada día... -Respondí preocupada-
El tono del coordinador sonaba a que
todas las luces rojas estaban encendidas...
_ Es que no está en su puesto...
_ ¿Sabe si está enfermo o ha pasado
algo raro?
_ No, si estuviera enfermo me lo
hubiera dicho y hubiera avisado para el relevo, ya sabe lo estricto
que es mi marido...
_ ¿Podría venir a la estación? Es
que es muy raro....
Su voz sonaba metálica y alarmada.
La estación está a unos trescientos
metros de casa, eso si, con muchas escaleras para llegar.
Me puse los zapatos planos y me dispuse
a salir...
Apagué las cosas de la cocina y miré
de reojo el mensaje de la botella con las dos manchitas de sangre,
estuve tentada de leerlo de una puta vez pero pensé que no estaría
bien...
Llegué a la enorme estación...
Siempre me siento pequeña en ese vetusto edificio estilo imperio; a
mi siempre me ha dado cosa ir a esa estación; siempre limpísima por
la acción de los robots limpiadores automáticos, brillante, con
esas enormes salas de espera siempre vacías con larguísimos
pasillos anchos e interminables, esas taquillas sin nadie que las
atienda...Parece que esté viva.
Te subes a ese tren y en dos horas
estás en París, me decía mi marido cuando éramos novios...Yo le
contestaba que en el tren tubo de vacío en doce minutos se llega a
la ciudad de la luz …
Puso cara de que yo no entendía nada …
El placer no está en el viaje no en el
destino...Me dijo muy serio...
Es verdad, le contesté yo coqueta, es
como el sexo...
Se ve que le gustó y se casó
conmigo...
Andamos un rato por los interminables
andenes, dos seguratas, el coordinador miraculos y yo, los cuatro muy
serios...
Enseguida reconocí la gorra y la
banderola esa de hacer señales; siempre la quiere limpísima, la
pongo cada día en la lavadora que lava,seca y plancha en dos
minutos, sin detergente y sin agua...Una bendición tecnológica...
No sabía que decir...Era todo tan
extraño...
Veinte años de casados... Sin hijos...
El I.P.E. Nos denegó el permiso para tenerlos cuando tuve un ataque
hormonal de madre y quería ser madre a toda costa; solo pueden ser
padres las personas aptas genéticamente, la población está muy
controlada, ya es muy raro ver a alguien enfermo, cuando se me pasó
el ataque hormonal me alegré...Es un coñazo tener hijos.
Firmé los papeles de desaparición en
el despacho del coordinador, no se podía hacer nada, solo
esperar...
Al salir el coordinador me tocó el
culo y yo esbocé una sonrisa tierna sin quejarme...
De camino a casa recordé las leyendas
urbanas sobre los enormes cocodrilos blancos, mascotas abandonadas
que habían mutado en los túneles inundados de la estación
convirtiéndose en monstruos depredadores de personas. Yo
personalmente pienso que son estrategias de la empresa para hacer
desaparecer personas y así no tener que pagar despidos incómodos...
¿Quien sabe?...
Al llegar a casa recordé el mensaje de
la botella con las manchitas de sangre...
Aquí sopla un viento que le llaman
Tramontana, un poco fuerte... Y esa puta ventana que no cierra
bien...
El mensaje había caído al suelo,
arrastrado por el viento, el puto robot barresuelos se lo estaba
comiendo, triturando... Todavía pude ver algunos restos de papel
manchado de mi sangre.
Me dio mucha rabia, pero mucha mucha...
Le di una patada al robot barredor y dijo: ¡¡aaayyy!!
-funciona a patadas y en voz- y se puso
a barrer a toda marcha.
Sonó el artilugio telefónico y
apareció la imagen del coordinador tocaculos...
_ Se que estarás muy agobiada y
desconsolada … - Dijo con sonrisa pillina-
_¿Nos tomamos unas copas y hablamos
del futuro?...
_Vale... - Dije yo pensando en un plan
B para mi futuro...
FIN