Nunca la quiso, no me
explico como pudo estar tanto tiempo con ella, siempre pegada a el,
siempre espiando todo lo que hacía, siempre bajo sospecha, sin
intimidad, sin poder hacer nada a solas, sin siquiera poder soñar...
Siempre el orden, siempre
lo correcto, hacer lo que hay que hacer, no salir del camino trazado,
ni un centímetro, ni un ápice...
Su presencia es
agobiante, es como una sombra, como su apéndice, una prolongación
molesta de el mismo.
Su sola presencia le
provocaba mal humor, como una punzada...
Su fuerte carácter, su
voz aguda casi le asustaba, el siempre le decía que si a todo para
que le dejara en paz.
Cada vez mas gorda, cada
vez mas desconfiada, cada vez menos femenina...
Una tarde, estalló...
- No te quiero, le dijo...
No estaba seguro si había
sido su voz la que había pronunciado esas palabras.
Ella no entendió o no
escuchó bien sus palabras
_ ¿Qué dices? - dijo
con voz neutra -
_ No te quiero –
repitió él -
Ella se quedó
estupefacta y el tiempo se paró...
Hacía mucho tiempo que
la palabra te quiero no se pronunciaba en su casa, parecía que
ninguno de los dos hubiera entendido su significado.
La vieja palabra
manoseada, estalló en medio del comedor, como si le hubiera tirado
una granada de mano contra su esposa.
El nunca supo el efecto
de su palabra explosiva...
Tilde – apócope de
Matilde – se calló, tomó su bolso y el carrito de la compra y
abrió la puerta de la calle.
Me voy a comprar – dijo
como si no le hubiera escuchado -
Cuando salió cerró la
puerta con un poco mas de fuerza que lo hacia habitualmente.
Se quedó solo intentando
hacerse responsable de sus palabras, dentro de él se había abierto
una puerta insospechada,una vieja puerta que ni él mismo sabía de
su existencia.
Una puerta que dio paso a
una corriente de aire fresco, casi helado,aire necesario para poder
respirar
Se sintió liberado de
algo que le oprimía, que le hacía daño.
No era un producto de
ningún análisis, nada pensado de antemano, nada preparado, no
siquiera el intento de hacer inteligente sus sentimientos, salió
solo.
Cuando Tilde volvió de
la compra, vació el contenido del carro encima de la mesa, colocó
lentamente los alimentos en la nevera como hacía siempre; No
despotricó como hacia habitualmente sobre lo caro que estaba todo.
Se le notaba que había estado pensando durante el trayecto hacia el
supermercado o mientras escogía los tomates o mientras palpaba los
aguacates presionando el botón; si el botón de los aguacates se
hunde es que ya están maduros...
Colgó el carrito en el
rincón de la cocina donde siempre lo hacía.
¿Tienes una amante? -
preguntó con voz pausada-
_ No, contestó él al
punto, sin volver la espalda.
Tilde comenzó a preparar
la comida, como cada día, la sagrada comida, siempre a la misma
hora.
Permanecieron los dos en
silencio, no encendieron la televisión como era su costumbre,
dejaron
que el silencio se
adueñara de todo; una atmósfera de nada con olor a comida envolvió
todo el ambiente.
Salió al balcón,todos
los muros de hipocresía se habían derrumbado, todo se volvió
diferente, mas diáfano, despejado, meditó un rato sobre el poder de
las palabras, se sentía como a punto de emprender un viaje a un
sitio desconocido, con la tensión de no equivocarse de tren, le
asustaba la idea de haber tomado un tren equivocado, un tren que le
llevara a un sitio desconocido...
Tilde se acercó mas de
lo habitual...
_ ¿Seguro que no tienes
una amante? - preguntó muy seria-
_Ya soy mayor para esas
cosas... - Contestó mirando a la calle -
Los silencios de Tilde
son inquietantes, es como si bebiera energía del silencio.
Regresó a la cocina y él
la vio trinchar cebolla sobre la madera de cedro, con rabia, unas
gruesas lágrimas resbalaban en sus mejillas; él nunca supo si
estaba llorando de verdad o era a causa de la cebolla.
Los matrimonios mayores
no necesitan decirse te quiero, ya va todo incluido en el hecho de
estar casados, ya se supone. Es el amor social, es lo normal...
Los que saben de eso,
aseguran que el amor en la pareja solo dura alrededor de tres años,
mas o menos 673 encuentros sexuales, lo que se tarda en destetar a un
niño, luego es todo cuestión de buena voluntad y paciencia, una
cuestión de domesticar los sentimientos salvajes.
Al fin y al cabo, solo se
trata de construir un nido adecuado donde abandonarse y criar hijos,
no gran cosa mas...
Pero el cerebro lo
magnifica todo, lo adorna, lo hace idílico,para que nos guste y todo
funcione en favor de la supervivencia.
Llega la noche, las camas
matrimoniales están hechas para incentivar el sexo, para incentivar
el conveniente vínculo.
_ ¿A ti qué coño te
pasa? - preguntó Tilde en la oscuridad de la habitación
matrimonial-
El se lo dijo fuerte y
claro, sus palabras resonaron en las paredes de la estancia.
_Nada – contestó medio
dormido- solo es que no te quiero...
Un largo silencio, a
veces es necesario escuchar con el alma y eso lleva unos segundos …
Tilde se levantó
lentamente y salió de la habitación de la cama grande, del armario
de sus cosas de siempre, de las mesitas elegidas en consenso, de la
percha donde colgaban los pijamas...
desde que se fueron sus
hijos, hay tres habitaciones vacías
se fue a dormir a la
habitación vacía de su hija, la de los tonos rosas...
El se durmió enseguida,
se sentía ligero, liberado...
Antes de dormirse se
prometió a si mismo no cargar con mas pesos; fingir es un peso que
apenas deja andar.
Tilde se metió en la
cama de la habitación rosa, encogida, en posición fetal, llenó la
almohada de llanto con sal,un mar de lagrimas saladas, amargas, un
mar de preguntas, de dudas, de miedo...
Un mar de incertidumbres,
un mar de impotencia, un mar...
Todo iba tan bien, ya no
criaba hijos, un marido tranquilo y trabajador, había dejado de
trabajar en ese despacho, con ese jefe...
Ya no me quiere... He
hecho todo lo que tenia que hacer, todo lo que se espera de una buena
esposa
¿qué mas quiere? Seguro
que lo ha pillado una de esas putas desesperadas que les llenan la
cabeza de pájaros a los viejos para que las mantengan.
El es tan...
Últimamente está tan
silencioso,tan raro, tan pensativo, desde que dejó de trabajar está
como ausente...
Tilde acabó por
dormirse, agotada de tanto pensar, no estaba acostumbrada a pensar en
esas cosas.
Su último pensamiento
antes de dormirse, antes de entrar en el mundo de los sueños fue una
pregunta a si misma : ¿Cuando había sido la última vez que le dijo
te quiero?
Y entro en la niebla de
los sueños, en la niebla gris …
Despertó temprano, se
sentó en la cama desorientada, queriendo pensar que todo había sido
un sueño. Cuando recuperó la realidad, todas las obligaciones
cotidianas de la mañana dejaron de tener sentido.
Se vistió lentamente con
la ropa de diario, maldijo una vez mas su barriga que le impedía
atarse los zapatos sin apoyarse en alguna silla, se avergonzó del
pedo que expelió al inclinarse...
Se levantó y se miró en
el espejo de cuerpo entero...
_ Estoy gorda, muy gorda,
por eso ya no me quiere – se dijo convencida-
Nunca me ha dicho nada de
mi peso...
Ya es tarde para
adelgazar, a partir de los sesenta si adelgazas se cae todo...
Ya es tarde para todo, ya
no puedo gustarle de ninguna manera – pensó frente al espejo-
Entró en el lavabo y se
lavó la cara con abundante agua fría, pasó al salón y pensó que
él había salido a andar como cada mañana; regresaría a desayunar
como siempre, se animó y quiso creer que todo sería como siempre.
Tal vez una crisis...
Preparó su zumo de
naranja con tostadas, mantequilla y café, abrió un bote de su
mermelada preferida, la de arándanos. En un platito colocó las dos
pastillas de cada día, la del colesterol y la de
hipertensión; pronto
regresaría, no hablarían del tema, los maridos también tienen sus
crisis...
Esperó en vano, él no
acudió a la acostumbrada ceremonia matinal del desayuno con
televisión.
Desayunó sola, y luego
paseó nerviosamente por la casa, vació la lavadora que se había
parado hacía horas, la ropa se estaba arrugando, la puso en un cesto
y subió a la terraza.
Lo encontró mirando a la
nada, en un extremo de la terraza.
_¿No vienes a desayunar?
- preguntó con normalidad -
El no dijo nada, ella
tendió la ropa en silencio, cuando terminó emitió un sonoro
suspiro para que el la oyera.
Bajó las escaleras
interiores con una opresión en el pecho, con la certeza de que algo
grave estaba pasando.
El siguió casi toda la
mañana en su postura contemplativa, estática, sin saber que hacer,
con la mirada perdida en la nada llena de cosas, sin ganas de
entender nada, sin querer razonar, respirando silencios con rumores
de coches, silencios con conversaciones de gentes que iban a sus
cosas, vida de diario, vida cotidiana, silencios de cada día lo
mismo.
Somos lo que hacemos
-pensó – toda esa vida cotidiana, ese cada día lo mismo,ese sexo
patético de personas mayores, esa falta de esperanza...
Es como vivir en una sala
de espera sin saber lo que esperas, un mar infernal de
aburrimiento...
Nada que hacer...
Hacer siempre lo debido
para que no te consideren loco.
No la quiero, tenía que
decírselo... Pobrecita...
El no quiso recordar su
pasado, su vida transcurrida, todo ese tiempo perdido de vida normal.
Siempre se vive en el
presente, el pasado y el futuro no son mas que medidas para organizar
la existencia.
_ ¿Que vas a hacer? -
preguntó ella esperando lo peor, esperando el drama-
_Nada … - Dijo él-
_¿De verdad que ya no me
quieres?
_Sí, es verdad...
_ ¿He hecho algo mal?...
_ No, no se trata de
eso...
_ Tal ves estés
deprimido -dijo Tilde buscando soluciones-
_Nunca te había visto
así de triste, andas todo el día dando vueltas por la casa, como
sonámbulo
las depresiones tienen
malas bromas, los psicólogos ayudan en eso, hay tratamientos...
mi cuñada tuvo una
depresión y casi se muere de tristeza, siguió un tratamiento y ya
está bien...
_No se trata de eso...
_¿Entonces, que te
ocurre?...
_ No sé como
expresarlo...
_¿Te vas a ir de casa?
_No...
_No sabría donde ir, soy
un viejo, ya es tarde para eso...
_Yo tampoco sabría donde
ir sin ti -dijo Tilde- es tarde para todo, estamos como muertos...
Nunca habíamos hablado
así a lo largo de nuestro matrimonio...
Luego las lágrimas y el
silencio...
El no saber que decir,
presos del rizo maldito...
Un rizo maldito, un
torbellino de nada, vacío, que los atrapaba a los dos.
El se pasó todo el día
en su estudio lleno de cosas, lleno de libros mudos, lleno de
entretenimientos para no aburrirse; se sentía como un niño mimado
con la habitación llena de juguetes sin saber a que jugar.
Pensó seriamente sobre
la depresión, pero desechó enseguida la idea de leer algo sobre
eso.
Le gustaba acariciar las
palabras y acarició tristeza, las palabras casi nunca expresan lo
que se siente
solo sirven para razonar,
solo te llevan al orden.
Tilde dejó de hacer las
cosas normales de la casa, dejó de hacer todo, de limpiar, de
cocinar, se abandonó, poco a poco fue entendiendo cosas que solo
había atisbado en momentos de reflexión,pensó que solo eran cosas
para leer en los libros, nada que ver en la vida real.
Los recuerdos de su vida
matrimonial pasaron por su memoria como un relámpago.
También pensó en el
amor y en su vida sexual.
Somos presos de la
naturaleza, apenas nada es decisión nuestra, la naturaleza nos da
varias opciones
y elegimos la mas fácil,
la ley del mínimo esfuerzo.
Pero nunca decidimos
nosotros, hacemos lo debido.
Era tan delicado...
-Recordó el día que se conocieron -
Luego tan travieso, tan
atrevido... Sabía que estaba loca por el y se pasaba de la raya
haciendo esas cosas tan...
Al principio me asustaba,
me casé virgen...
Luego me encantaban las
travesuras que hacía con mi cuerpo...
Recordó cuando ella le
dijo, soy tuya, hazme lo que quieras... Me encantaba ser suya...
Recordó cuando se compró
una rapadora eléctrica, preparó un baño caliente y los dos se
raparon el pubis entre risas y champagne, compró aquellas dos copas
carísimas de cristal e hicimos el amor en la bañera.
No te quiero... Esas
palabras habían puesto todo patas arriba, él había pulsado el
botón rojo y todo
había estallado; Toda la
mierda de vida cotidiana ordenada se había esparcido por toda la
casa.
No te quiero, y años de
sacrificios, de trabajo de criar hijos...
Todas las ilusiones de
futuro,todos los planes de viajes maravillosos...
Todo dejó de tener
sentido, la verdad había llamado a la puerta.
Pensó en ella, se
preguntó como se sentiría, de que manera se había roto por
dentro...
La vida real se había
adueñado de ellos, solo miedo contra orden, el no te quiero había
llenado la casa de mierda, paredes incluidas...
Imposible de limpiar una
cosa así...
Era tan travieso... Al
principio no me gustaban tantas posturas, pero luego comenzó a
encantarme
esa manera de tocarme, me
metía los dedos en todas partes, me cortaba la respiración esa
manera de follar, era como un vicio, como una droga, algo que no
podía dejar de hacer, a veces lo provocaba en el sofá para irnos
mas pronto a la cama...
Luego los niños y todo
eso que hace que un matrimonio se realice.
Cuando las mujeres se
hacen madres, aman de otra manera a sus hombres, son mas madres que
amantes...
Poco a poco, sin
pretenderlo, se dejaron ir, dejaron de hacer cosas para justificar su
existencia,cosas cotidianas, necesarias solo para una vida normal.
Comían solo cuando tenían hambre, apenas salían a comprar, dejaron
de ver la televisión, Tilde le tiró el jarrón chino en la pantalla
y dejó de funcionar.
Dejaron de lavarse,
tenían la costumbre de ducharse cada día.
Se instalaron en la sala
de espera, esperando que la muerte los viniera a buscar, asomándose
a la puerta llamando al siguiente.
_ ¿Como me va a querer
con este cuerpo? -Tilde se miraba constantemente en el espejo de
cuerpo entero de su habitación-
Es tonta y aburrida –
rumiaba él-
Todo se puso lento y
extraño en sus vidas... Los dos volvieron a fumar y a beber …
Al atardecer se asomaban
a la terraza a mirar el cielo, a ver como se ponía el sol, sin
apenas mirarse; dejaron de regar las plantas, las dejaron morir de
sed, solo los cactus sobrevivieron...
Escuchaban los ladridos
de perros lejanos, conversaciones inconexas de gente normal que
pasaba por la calle.
-Hueles mal – dijo
Tilde -
El levantó el brazo para
olerse la axila.
_ Si. - dijo mirándola a
los ojos – necesitamos un baño para quitarnos toda esa mierda de
encima...
El se fue quitando la
ropa camino de la bañera...
Tilde le siguió dejando
un rastro de prendas sucias, sudadas, malolientes...
El preparó todo, la
bañera redonda rebosaba de agua caliente, la invitó a sentarse y le
fue afeitando
el vello púbico,
despacio, poniéndole crema de afeitar en todos los pliegues de su
piel, luego Tilde hizo lo mismo con él...
Sus movimientos eran
extremadamente pausados, como a cámara lenta …
Se miraban muy serios
sabiendo lo que tenían que hacer, seguros, con movimientos
mecánicos...
Lo habían hecho tantas
veces, antes de que sus hijos comenzaron a molestar sus travesuras
eróticas.
Lentamente encendieron
muchas velitas y apagaron las luces.
El tapón del champagne
carísimo saltó del cuello de la botella donde estaba preso,
rebotando por las paredes del cuarto de baño, rompiendo el silencio,
acabó flotando en el agua de la bañera.
Llenaron las copas de
finísimo cristal, hacía tanto tiempo que no las usaban...
Las miraron con
detenimiento, recordando...
Bebieron en silencio sin
siquiera brindar, terminaron la botella ya sumergidos en el agua
caliente.
Rompieron las copas...
_ ¿Me vas a follar? -
Preguntó Tilde -
_ No, ya no me gustas...
El le tomó la mano
delicadamente pero con firmeza...
Cuando Tilde sintió un
leve arañazo en la muñeca y el agua comenzó a teñirse de rojo,
ella sonrió aliviada dejándose hacer.
El ya se había cortado
las suyas con los cristales de las copas rotas...
Miró su cara iluminada
por el resplandor de las velas, la encontró hermosa...
Ella no cerró los ojos,
quería seguir mirándolo mientras se le escapaba la vida, buscando
la plácida
agua caliente, sin apenas
dolor...
Te quiero, - musitó él
antes de morirse-
No se sabe si ella pudo
escuchar sus palabras...
Cuando sus hijos llegaron
alarmados...
Los vecinos extrañados
por su ausencia...
La policía con su cara
profesional, sin alma...
Todos se quedaron en
silencio, contemplando la sonrisa de Tilde, su cara blanca
desangrada con el fondo rojo...
El con la cabeza
sumergida, con los ojos abiertos, como en las películas...
FIN