sábado, 11 de febrero de 2012

Una historia de amor como otra cualquiera

Bart le preguntó a Junkell :
-¿Te pasa algo?
Bart tenía mucha confianza con su jefe Junkell;más que patrón y empleado eran amigos, confiaban el uno en el otro, siempre había sido así.

-Te veo raro y preocupado, a ti te pasa algo...
-¡Lo ha hecho! -dijo Junkell secamente.
-¡Otra vez estáis de peleas! -Dijo Bart moviendo la cabeza-
Bart movía la cabeza de un modo muy personal, la bajaba hasta tocar con la barbilla en el pecho, moviéndola de un lado a otro como un péndulo.

-¡¡Se ha largado!! -casi gritó Junkell-¡¡Pero no me importa! ¡Se acabó!
-¿Qué os ha pasado esta vez? -Dijo Bart conciliador-
-Me ha dejado la tarjeta de su abogado pegada en el espejo del cuarto de baño musitó como ausente.
-Parece que esta vez va en serio,no es como las otras veces.¿Qué vas a hacer?
¿Has llamado a tu abogado?.
-Que me llame él si quiere,yo no voy a hacer nada...¡Es abandono de domicilio conyugal! ¡La voy a dejar sin nada! ¡Se va a enterar!....

-Seguro que está en vuestra casa de la playa, se le pasará enseguida -dijo Bart, quitándole importancia al tema-Ya verás como será un enfado tonto como los demás...
-¡ No,esta vez se acabó! -Dijo Junkell-

-¿Has escondido los aditivos? -Preguntó Junkell cambiando de conversación.

-No todavía no...
-Hay que hacerlo ya, los inspectores están al caer...
-¿Los pongo en el cuarto del sótano como la otra vez?
-No, no... la otra vez casi nos pillan... Fue por los pelos la cosa...
-¿Pues dónde los meto ?...-dijo Bart-
-Mételos en la furgoneta y la dejas aparcada en el garaje, ponle un letrero de averiada, y luego ya veremos...

Junkell era el propietario de una fábrica de galletas, las galletas de Junkell tenían un sabor tan peculiar e inconfundible que hasta el momento nadie las había podido copiar.Gracias en buena parte a sus "aditivos secretos": nuez de cola, marihuana y algo de té...mezclados con productos emulsivos a base de ácidos grasos y algo de bromato cálcico hacía que las galletas se vendieran estupendamente...
Eran casi adictivas...Las preferidas de los niños...
Según Junkel la fórmula era totalmente inofensiva ; la cocción mitigaba los efectos...
Sanidad Pública prohibía el uso esos componentes y mezclas, y sancionaba con cierre a quien los utilizara.
Sanidad y sus inspectores:la piedra en el zapato de Junkell.

Junkell compartía el secreto con Bart,llevaban veinte años trabajando juntos,casi desde el principio,cuando Junkell comenzó con el negocio de las galletas . De modo que los únicos que conocían la "fórmula secreta" clandestina de las galletas eran ellos dos.
Antiguamente las Autoridades Sanitarias no se metían en nada,se ocupaban de controlar el estado de limpieza del obrador y poca cosa más.
Todo era fácil antes, incluso llamaban por teléfono antes de la inspección.

Pero las nuevas normativas llegaron a la mesa de Junkell como un tsunami en forma de listados de materias prohibidas:
Sanciones, apercibimientos de cierre e incluso la cárcel para los casos graves...el estado de control había llegado para quedarse...la batalla parecía estar perdida.

Junkell se arriesgó a pesar de todo, escondió los aditivos prohibidos y declaró productos legales en su lugar.
Las inspecciones por sorpresa le ponían de los nervios, a pesar de todas sus precauciones, le hacían sentir como un auténtico delincuente.
Junto con Bart preparaban las mezclas por la noche, para evitar que nadie del personal cometería errores innecesarios. Ni a la inspección ni a la competencia se percatarían de nada.

A Junkell le gustaba pasear por la fábrica cuando todo el mundo se había ido a casa, deambulaba tocando las máquinas relucientes de acero inoxidable, pasando la mano por las largas mesas de la sala de elaboración,por la sala de envasado.

Esperaba a Bart, él traía los sacos de los aditivos prohibidos en su coche particular . Pasarían la noche solos, haciendo masas para el día siguiente.
Trabajando y conversando.

-¿Y cómo está la cosa? -arrancó Bart.
-¿Qué cosa ? -dijo Junkell fingiendo.
-¡Venga tío! ¡Lo de Rippley!
-¿Ha vuelto? -preguntó Bart esperando un sí por respuesta.
-No, y será mejor que no vuelva, si vuelve no se va a quedar -dijo fríamente.-¡Hemos terminado! ¡Ya estoy harto! -dijo mientras vaciaba un saco en la amasadora.

Los malos rollos con Rippley (la esposa de Junkell) venían de lejos, al principio cuando se casaron todo andaba bien, se podría decir que mientras fueron pobres y jóvenes todo fue normal en sus relaciones afectivas...
Entonces Junkell tenía un pequeño obrador donde elaboraba galletas artesanalmente, Rippley las envasaba en cajas y las repartía en bares y casas particulares, vivían con holgura y eran una pareja normal con ganas de abrirse paso en la vida.
Poco a poco se fueron haciendo de una fiel clientela.
Ampliaron y contrataron a Bart, un pastelero con muchos conocimientos sobre galletas raras y antiguas.
Probando y probando formularios antiguos dieron en el clavo, las actuales fórmulas mezcladas con los aditivos modernos resultaron todo un éxito.
Fue entonces cuando el negocio comenzó a prosperar.

Rippley nunca quiso tener hijos, le daba largas a Junkell...
-Vamos a esperar un poco que estemos más estables-le decía con voz de perla
-Aún somos jóvenes...

Junkell pensaba que todo era cosa de los instintos, que cuando los instintos de madre de Rippley lo decidieran entonces sería el momento.
Junkell pensaba que los instintos eran lo más importante en las personas, que la vida se decidía por los instintos.
Junkell dejó pasar el tiempo sin presionar a Rippley
A medida que la fábrica prosperaba, Rippley fue dejando de trabajar, no tenía estudios y no se interesaba por nada, durante un tiempo estuvo haciendo de administrativa en la empresa pero sólo creaba problemas, no sabía nada de contabilidad, ni quería aprender...
Junkell contrató a un contable y Rippley se quedó en casa.
La empresa siguió creciendo y Junkell se pasaba todo el día en el trabajo
El dinero crecía y crecía...Rippley contrató a una criada mayor para que hiciera todas las tareas de la casa...
Un día Junkell preguntó a Rippley a que se dedicaba todo el día,
ella se rió y le contestó que a nada...
-¡Somos ricos Junkell! le contestó con una lógica aplastante
-¿Qué necesidad tengo de fregar y barrer teniendo tanto dinero?
Junkell aceptó su lógica aplastante
-¿Para qué quieres tanta pasta? ¿Para vivir bien no?

Cuando Junkell le hablaba de tener hijos ella le contestaba displicente:
- Buuuuuufff que rollo, que pesadez...
Cuando Junkell se ponía pesado con lo de los hijos Rippley se esmeraba más en la cama y le hacía cosas nuevas que a Junkell le ponían loco.

En ese tiempo Junkell se sentía muy feliz con Rippley, todo marchaba bien...
Junkell se volvió un poco adicto al sexo, Rippley lo esperaba por la noche recién duchada y oliendo a perfume exótico.
Le montaba fantasías eróticas...Lo ponía a cien.
Mientras Junkell trabajaba sin cesar en la fábrica y hacía crecer sus beneficios Rippley gastaba dinero a manos llenas: Peluquería diaria, montañas de ropa de marca, joyas ...Y un perrito peludo con collar de pedrería...
Junkell odiaba al chucho tanto como el chucho odiaba a Junkell...
No soportaba que Rippley besara continuamente al chucho...en la boca.

Bart dijo que era un engorro lo de tener los aditivos escondidos en la furgoneta.
-Deberíamos volver a ponerlos en el sótano, quizás ya no vuelvan más este año -dijo -
-Uff,No me fío... si les da por venir ya sabes que miran en todas partes, parecen perros de caza los muy..., creo que se llevan un porcentaje por cada uno que pillan.
-Mejor será dejarlos ahí un tiempo, ya pensaremos algo.
-Creo que voy a tapiar ese sótano, solo sirve para criar ratas,y la antigua fosa séptica huele que apesta!...
-Tal vez si la mandásemos sanear...dijo Bart
-No, no déjalo-concluyó
-Necesitamos la furgoneta para el reparto -insistió Bart
-No, no -dijo Junkell expeditivo.

-¿Se ha llevado el perro? -cortó Bart siguiendo con la historia de Rippley-
-! A ti que te parece!¡Claro! -dijo Junkell levantando los brazos como en un concierto-¿Cómo se iba a olvidar el chucho asqueroso?.¡Se ha llevado el perro y todo su vestuario!
-¡Joder! -dijo Bart- Entonces la cosa va en serio...
-También el Mini y la Visa -Concluyó Junkell-¡Claro que va en serio! Le dije que se moderara con el gasto y se puso como una moto...¡Que se ponga como quiera! Yo ya tengo...
-¿Tienes qué? -dijo Bart alarmado-
-Tengo una especie de novia...Se llama Georgia...
-¿Cómo la conociste? -Preguntó Bart intrigado-
-En la carretera-contestó escuetamente-
-¿Cómo que en la carretera?
-Sííí..., en la carretera Bart, es una de esas chicas de la carretera...
-¿Una ...Puta? -titubeó Bart.
-Llámala como quieras,es preciosa, rusa, apenas habla español...Es preciosa de veras Bart, tiene los ojos verdes y el pelo rubio natural...
-Pero es una puta.
-Rippley también es una puta y ha vivido conmigo un montón de años...
-Tampoco hay que ponerse así-dijo Bart conciliador.

Rippley hacía tiempo que había adoptado la costumbre de cambiar sexo por cosas, si Rippley no le compraba lo que ella quería se enfadaba y abandonaba la cama de Junkell, estaba un tiempo sin hablarle y le dolía la cabeza continuamente.
A medida que pasaba el tiempo más depuraba la técnica de ese chantaje sentimental.
Rippley había engordado mucho mientras que Junkell se mantenía en su peso habitual,también conservaba todo su pelo sin ninguna cana.
Habían dejado de quererse,a veces todavía hacían el amor de una manera aburrida y rápida; Junkell optó por conservar a su esposa como un mal necesario...
Restringió los gastos de Rippley considerablemente, sólo una cantidad fija ,le dijo, y éso fue lo que enfadó tanto a Rippley.
Bart y Junkell habían terminado el trabajo, Junkell no fue a casa, pasó por la carretera solitaria a buscar a Georgia como habían convenido, ella lo esperaba en un recodo dando saltitos para mitigar el frío.
¡Es tan hermosa!-pensó mientras se acercaba a ella.
Georgia se cubría con un abrigo imitación de piel de marta cibelina que la cubría hasta los tobillos,cuando Junkell se acercó le dio un beso en los labios como a una novia...
-¡Mira!-le dijo-
Abrió el abrigo, su precioso cuerpo estaba totalmente desnudo,sólo una cadenita pendía de su cuello.
Junkell la miró de arriba abajo derritiéndose de gusto.
Georgia lo abrazó con dulzura y cariño, arropándolo, calentándolo con el abrigo y con su cuerpo desnudo.
-¿Dónde vamos hoy?-Preguntó Junkell.
-A la Perdiz Roja-dijo ella mirándole -Ya sabes que...
Junkell puso un billete grande en el bolsillo del abrigo de Georgia, ella hizo como que no se daba cuenta de la acción, no quería estropearle el momento a Junkell, todo tenía que parecer un encuentro entre enamorados.
Georgia era una auténtica profesional, era una suerte haber encontrado a un “enamorado” maduro Junkell ya rondaba los sesenta años-
Georgia tenía cuarenta,pero aparentaba treinta: alta, esbelta, cara de niña del Este...
Llevaba más de diez años en el país, pero apenas hablaba el idioma ¡había tan poco que hablar en su trabajo!-decía.
Era una puta bastante liberada,sólo tenía la obligación de llevar a los clientes al Hotel la Perdiz Roja que regentaba una organización semi-mafiosa, también del Este que le había prestado el dinero del viaje para poder entrar como turista. Georgia hacía tiempo que había saldado la cuenta con ellos y podía trabajar por libre, a su edad ya no importaba demasiado si los dejaba.

Mientras Junkell conducía por la oscura carretera, Georgia se había recostado entre las piernas de el como una gata cariñosa...
Mmmmmm -murmuró Junkell -
-El dinero que Junkell daba a Georgia compensaba con creces todos los extras que le hacía,cada tres o cuatro días Junkell requería los servicios de Georgia, su amada Georgia...
Ahora que Rippley no estaba gastaba más dinero de lo habitual en esas cosas.
-Me sale mas barato que con Rippley -pensaba para sí.-Es un buen trato,yo pongo el dinero y ella la carne... ¿Qué más puede ofrecer una mujer ? -cavilaba-
Cuando llegaron a la Perdiz Roja Junkell invitó a Georgia a champagne caro, que tomado en el bar del hotel resultaba carísimo, estaba muy bien visto por la organización, últimamente sólo aparecían camioneros y divorciados de medio pelo con poco poder adquisitivo...

Georgia sólo tuvo que quitarse el abrigo para quedarse desnuda, Junkell la abrazó aún vestido para besar su cuello.
Como cada noche que se encontraban Georgia hizo subir al cielo a Junkell durante una hora larga, lamió un rato el pene de Junkell, luego se ducharon juntos, a Georgia siempre le gustaba dar un poco de “propina” a sus clientes... Frotó un rato la espalda de Junkell y bajó hasta su pene para darle un cariñoso beso...
-¡Me vas a matar!- dijo Junkell notando una nueva erección.
-¿Cuántos años me dijiste que tienes? -le preguntó mientras lamía su pene
-Casisesenta... -balbuceó-
-¡Muchos jóvenes quisieran!...
Cuando se despedían Junkell la besó tiérnamente en la boca diciéndole:
-Te quiero...
Georgia lo miró haciendo un globo con su boca...
-No es bueno enamorarse de una chica como yo...
-¡Anda vete! Ya me llamarás...
-Quisiera tener algo más contigo-dijo Junkell
Ella lo miró profesionalmente...
A un viejo enamorado se le puede sacar mucho dinero-pensó-
-Deja,... es mejor así,me tienes cuando quieres... Créeme estas cosas nunca salen bien con una chica como yo. Seguramente estarás casado...
-Ya no, ella se ha ido.
-Déjalo Junkell, dijo ella muy seria, los hombres sois celosos, no saldría bien...
Georgia se había vestido,llevaba un vestido de mujer normal,nada sexi...
Junkell la miró como a una esposa...ella se fue
Quiso seguirla pero Georgia había desaparecido por el laberinto de pasillos de la Perdiz roja.

El letrero del hotel de las putas fue despareciendo del retrovisor de Junkell a medida que se sumergía en la oscuridad de la carretera .

Se sintió raro solo en su casa,abrió la nevera y estaba vacía,Rippley siempre la mantenía llena a rebosar.
Bebió un poco de agua y se acostó. Dormía mal, a veces la realidad se mezclaba con sus fantasías
Las inspectoras,Rippley, el perrito asqueroso...

-¡¡Tengo sesenta años!!! - se decía a sI mismo en la oscuridad-¡¿Qué me puede quedar de vida?
Pronto seré un viejo asqueroso,nadie me querrá...Me he pasado la vida trabajando...¿Para qué?

Medio despierto, medio dormido, se debatía desesperado entre las amenazas de las inspectoras y las palabras de Rippley...

-¡¡¡Déjame!!! ¡¡No me toques!! ¡¡me das asco!! ¡asco asco asco! -le había gritado histérica cuando cansado de ser rechazado en la cama intentó tomarla casi por la fuerza-

-¡Y todo por el maldito coche!
Ella quería a toda costa el Mini con cuadritos en el techo y de color fucsia...

Junkell le dijo que no, y ella estuvo casi un mes sin hablarle y dándole la espalda en la cama, sin abandonar la cama para hacerlo sufrir, para darle el mensaje.

-La técnica del folleteo no falla nunca,-le había aconsejado una amiga...-Los hombres son idiotas con el sexo...

Se despertó sudando,paso al cuarto de baño para lavarse un poco, la tarjeta del abogado de Rippley todavía estaba pegada en el espejo del lavabo, la estuvo mirando un rato antes de acostarse solo esperando el efecto de una de esas pastillas que hacen posible el sueño.

Georgia tomaba un vaso de leche en compañía de sus colegas,eran las cinco de la mañana,a esa hora en la Perdiz Roja todo se tranquiliza y las chicas charlan tranquilamente con sus guardianes y los camareros, casi todos rusos. Era la tregua diaria, los guardianes hacían su trabajo vigilaban para que las cosas funcionaran y fluyera el dinero necesario, las chicas trabajaban sin hacerle ascos a ningún cliente, los camareros llenaban las neveras para el día siguiente...
Un trabajo como otro cualquiera.
Casi nunca habían problemas si todos hacían lo que debían
Las chicas mas veteranas instruían a las mas jóvenes en las normas a seguir en la casa

-¡Qué suerte tienes Georgia?-dijo una de las chicas -¡Un enamorado maduro y con dinero!
-Suerte tú, que todos preguntan por tí y no tienes que salir a la carretera a buscar trabajo-le contestó Georgia melancólica-
-Camioneros y viajantes a cuarenta euros el polvo-contestó la chica que se llamaba Irina.-En cambio tú, ¡un rico enamorado! ¡te vas a forrar! -dijo entre risas-

-Sólo es un pobre divorciado solitario en busca de compañía...
-¡Mejor, podrías casarte con él, no sería el primer caso!¡Es rico, es viejo!
-Sólo quiere mi coño, no mi corazón... -dijo Georgia, poniendo cara de melancólica rusa.
-Casarse es para cuando se es joven, enamorarse,casarse,perder la cabeza ,tener hijos...
-Eso está bien limpio y bueno-dijo uno de los guardianes,metiéndose en la conversación-había bebido mas vodka de lo normal...

Era un hijo de puta, ¿se puede ser un hijo de puta que les pega a las putas indisciplinadas y ser un sentimental melancólico al mismo tiempo?....

-Luego vienen los días planos-continuó- los días aburridos, la vida cotidiana, ellas se ponen gordas los hijos crecen, los hombres buscan otras cosas...Fantasean.-Los ojos azules del guardián hijo de puta y melancólico brillaban, las chicas asentían...

A las cinco de la madrugada las chicas y sus guardianes hacen las paces con vodka.

-Todo tiene sus cosas buenas y malas -concluyó el guardián.

Las chicas asintieron y se fueron a dormir.

Junkell se levantó amodorrado por los efectos de las pastillas de dormir.
Se quedó un rato parado debajo de la ducha y se acordó de Georgia. Pensaba alquilarle un piso para que tuviera independencia.Tal vez algún día llegara a amarlo sinceramente, tal vez tuvieran un hijo, tal vez pudieran vivir juntos …
Se acercaban las vacaciones, la fábrica estaría vacía de personal durante casi un mes, cerrada, sin nadie...
Junkell pensaba despacio, no podía cometer fallos.

Las inspectoras de sanidad ya estarían bastante desechas dentro de la fosa séptica...
Todavía recordaba sus caras cuando descubrieron los aditivos ilegales escondidos en el sótano...
Se recordó a él mismo les suplicándoles para que no levantaran acta, casi lloró cuando le dijeron que iría a la cárcel...
casi escuchaba como se rieron de él cuando les ofreció dinero... mucho dinero...
Recordó como la más veterana le enseñaba la grabadora que llevaba dentro del bolso mientras la otra sacaba fotos y rellenaba el acta con las palabra : CIERRE DEL CENTRO DE PRODUCCION.

Recordó como se sintió por dentro, de pronto lo vio todo rojo, sin salida...

Las golpeó con el viejo rodillo de amasar, las tuvo que rematar, se movían. Les destrozó las cabezas, en un acto de aterradora crueldad.

Luego se quedó frío, insensible, como el que hace un trabajo que tiene que hacer...

Las metió en la fosa séptica y las enterró con cal viva -lo había visto en las películas-

Trabajó toda la noche para no dejar huellas.

Junkell se había ido a la fábrica todo el fin de semana para dejar los materiales de construcción, tenía la intención de tapiar la entrada del sótano.

De pronto Rippley apareció.Él se sorprendió, ella nunca venía a la fábrica...

Rippley le preguntó si había llamado al abogado...

Junkell se rió de ella.

-¡Cabrón, te voy a dejar sin un duro!-le dijo gritando.¡Sé lo de los aditivos! ¡Te voy a denunciar si no me das lo que te pida!¡Quiero la casa! ¡Quiero el coche! ¡Todo lo de las cuentas y una pensión! ¡Una pensión de puta madre!¡Te vas a cagar hijo de puta!....

Cuando Junkell le dijo lo de gorda asquerosa, Rippley se abalanzó sobre el intentando arañarle la cara con sus uñas de cerámica, Junkell le cogió las manos al tiempo que le daba una patada al perro -mierda que le mordía los bajos del pantalón.

El perro-mierda aterrizó desmayado cerca del horno de carros y Rippley se puso histérica gritando y llorando intentando hacerle la respiración artificial boca-boca

Junkell nunca recuerda con exactitud como la mató, cree que fue con una barra calibrada de acero que no recuerda para que servía...

Rippley cayó al suelo como un saco abrazada al perro.

El horno estuvo quemando toda la noche, a 300 grados , Junkell la roció con un litro de esencia de vainilla para que no oliera a carne.
Se sentó a esperar y casi se durmió...Luego: bolsas, agua, lejía, cloro...limpieza a fondo.

Escupió dentro de la fosa séptica cuando tiró los restos carbonizados de Rippley y el perro- mierda junto a los restos de las inspectoras...

Tiró la ropa a la basura, se duchó y se fue de putas... Así conoció a Georgia por primera vez...

Leyó un manual de como hacer paredes...
En los periódicos no denunciaban nada sobre desapariciones de inspectoras y por lo que respecta a

Rippley , ella ya no tenía familia cercana

Georgia, Georgia... Tal vez nos vayamos a vivir a Rusia...


F I N

2 comentarios:

Anónimo dijo...

...querido señor merino...genial.....sencillamente genial.....como siempre me engancho de principio a fin...gracias por compartirlo...

mientrasleo dijo...

Gracias por indicarme el camino.
Un buen relato el que me encontré en su espacio.
Con su permiso, me quedo para investigar entre las entradas y ver futuras publicaciones.
Queda invitado a visitar el mío.
Un abrazo