martes, 5 de enero de 2016

LANA




   Siempre que regresaba a la casa de campo que había heredado de sus padres, July solía subir a los prados de verano de la colina cercana a su propiedad.
Vivir en la ciudad estaba bien, es mucho más práctico, el trabajo en el laboratorio, la cercanía y la facilidad para comprar cosas. Mas moderno todo...Más práctica la vida en la ciudad.
Desde que habían muerto sus padres solo regresaba a la masía un par de veces al año, casi siempre en verano.
Todo estaba cerrado, la casa olía a viejo y los cobertizos del ganado rotos por el paso del tiempo.
Le producía tristeza todo ese abandono.
El huerto lleno de malas hierbas, los campos de labor arrendados...Todo olía a tiempos pasados

Era hija única – la nena -
Recordó a su madre siempre ocupada con las cosas de casa, cuidando gallinas y cerdos, lavando ropa, haciendo jabón casero.
Miró una vez mas con tristeza el letrero SE VENDE con su número de teléfono al pié, en números grandes para que se viera de lejos.
A veces se alegraba de que no llamara nadie para comprar la finca.
De regreso de los prados pasó cerca de los arruinados establos de las ovejas...Sus ovejas...
Recordó que cuando nacían corderitos nuevos, Martín -el pastor que se ocupaba de las ovejas – siempre la llamaba para mostrárselos; le encantaba tomar el corderito recién nacido en sus brazos y ponerle un nombre... Enseguida se le olvidaba o los confundía, ¡eran tantos y todos tan iguales!

Martín el pastor, tenía sesenta años cuando July tenía ocho años; cuando regresaba del colegio siempre esperaba la llegada del rebaño...Era su acontecimiento diario, los perros pastores, los carneros con esos enormes cuernos, las ovejas y las crías y por último Martín siempre silencioso con la mirada atenta ordenando a los perros que encerraran las ovejas.
Le encantaba meterse en medio del rebaño rodeada de peluches en movimiento, jugaba con los corderitos jóvenes y con los perros de Martín que eran buenos y obedientes; le fascinaba como el pastor los hacía trabajar solo con silbidos y gestos.
Siempre sumisos, siempre atentos y serviciales a las órdenes de su amo, listos y ágiles, con los ojos vivos como brasas...
July recordó aquel verano...
Las vacaciones del colegio son el paraíso de los niños, verano y sin la tortura del colegio.
Nada que hacer, jugar en la era cerca de la puerta de la masía, espantar a los patos, jugar con las hormigas, imaginar historias fantásticas con ella de princesa protagonista.
Nada que hacer...
Las mañanas del mes de Julio son calurosas y invitan a levantarse temprano.
El verano es tiempo de cosecha y apenas veía a su padre, siempre subido en el tractor yendo de un campo a otro.
Casi siempre la madre de July ayudaba a su marido en las labores del campo por las mañanas y la dejaba sola en la casa con mil advertencias de seguridad.
  • No toques nada del fuego …
  • No te acerques a los cerdos
  • Volveré enseguida …


Se aburría mortalmente aislada en la casa de campo y se le ocurrió una idéa
  • Mami, ¿puedo ir con Martín a los pastos de la montaña?
  • Ahora están mas cerca – dijo July desesperada por el aburrimiento -
Mami dudó un un poco y miró a Martín el pastor buscando su aprobación …
-Vaaaaaa mami... ahora es cerca... - insistió la niña-
Martín no era muy hablador y movió la cabeza aceptando
-Pero tened cuidado, mucho cuidado...
  • Y tú ten cuidado, mucho cuidado haz lo que te diga Martín, podrías perderte …
  • Llevamos los perros – contestó la niña con cara de suficiencia -
  • Nadie se pierde si lleva perros, y menos con esos perros...
Martín asintió con una sonrisa y mami metió comida en un zurrón para July
Les vio alejarse tras la lana hasta que se perdieron de vista...
Mientras se alejaban mami volvió a pensar en la educación de su hija...Siempre sola en verano, sin niños de su edad con los que jugar.
Pero mami tenía mucho trabajo en el campo y nada malo pasó por su cabeza, Martín era un poco raro pero un buen hombre.
Los ocho años son la edad de las preguntas, aunque hacerle preguntas a Martín era querer escuchar monosílabos.
  • Martín, ¿como se enseña a un perro para que obedezca?
  • Pegándole, te obedecen por miedo...
  • Martín, ¿porqué nacen corderitos de la barriga de las ovejas?
  • (risas)
  • Martín, ¿porqué se sube ese carnero encima de las ovejas y las empuja?
  • Hace corderitos...
  • Martiín ¿como lo hace?
  • (Risa) pregúntale a tu madre...
  • Martín, ella no entiende nada de corderos, nadie entiende de corderos como tú
  • Eres muy pequeña, ya lo sabrás... Las niñas pequeñas no entienden de nada...
  • Anda, ve a buscar a ese corderito que se está rezagando y no seas tan preguntona
Y July obedecía y llevaba al corderito junto a su madre...

La lana – recordó July mientras paseaba por las ruinas de lo que había sido su casa -
Siempre había sido una niña fuerte como su padre y animosa como su madre, fuerte y sana, no recordaba haber estado nunca enferma.
Cuando terminó el instituto se mudó a la ciudad con tía Amelia -hermana de su madre- una maestra jubilada que se le olvidó casarse porque tenía que estudiar.
Aprendió pronto a desenvolverse en la ciudad, a ser una chica moderna y razonablemente feliz.
Una chica sana,fuerte y decidida, una chica de campo que se reía de sus amigos que no sabían distinguir un olmo de un manzano.
Cuando llegaron los hombres a su vida siempre controló la situación, se reía de las tonterías que dicen los chicos para que abras las piernas.
Perdió su virginidad como algo natural, sin dramas, solo era un engorro para ella.
Estudió biología y sacó unas notas geniales, disfrutaba estudiando las cosas de la naturaleza que ya intuía sin ningún esfuerzo.


No se casó ni tuvo hijos, le horrorizaba tener una barriga gorda como una oveja.
Los veranos siempre volvía a la finca de sus padres a ayudar hasta que murieron, siempre estuvo apegada a la tierra.
Se perdía en el bosque abrazando a los árboles, tomando ramitas de hierbas medicinales que conocía tan bien.
Nunca enfermaba, cuando intuía que se iba a poner enferma buscaba el equilibrio invocando a la naturaleza .
Lana...
Se recordaba a si misma rodeada de cientos de animales de peluche, olían a lana viva...

  • Martín, el carnero ha vuelto a subirse a otra oveja y la empuja...
  • Déjalo, es su obligación …
  • ¿Qué les hace?...
  • Les hace carneritos y ovejitas...
  • ¿Como lo hace? ¡¡Es que no lo entiendo!!
  • ¡Martín, cuéntame como lo hace! - dijo gritando-
  • Mira -dijo Martín resoplando- ¿ves eso que le cuelga al carnero?
  • Si...
  • Pues tiene en medio un tubito que lo mete en el agujero de la oveja y le deja un líquido dentro... Luego todo va solo...
  • ¡Qué raros que son los corderos!
  • Las personas lo hacen igual...
  • ¿De verdad? - Dijo July con cara de descubrir un gran secreto-
  • Eres mayor cuando sabes esas cosas... -Dijo Martín
Esa noche July se tocó la vagina con curiosidad, explorándose, haciéndose preguntas...
Nunca le había dado demasiada importancia a esa hendidura que tenía entre las piernas...
No quiso decirle nada a su madre, Martín era mucho mas claro en todo y de mas confianza...

July siguió acompañando a Martín y el ganado sin faltar un día, se acercaba a los carneros cuando se subían encima de las ovejas y se acachaba para mirarlos de cerca...
  • ¡ Martín ya le he visto el tubito al carnero! - gritó -
...Y a Martín se le escapó una carcajada que hizo eco en la montaña …

Salir con Martín los perros y las ovejas ya se había hecho rutina para July y su madre, era un alivio que estuviera todo el día en el monte mientras ellos trabajaban.
Salían al amanecer...Bueno, algo mas tarde, los perros ya obedecían las órdenes de July y ella se imaginaba que dirigía sola el rebaño.
Casi no era necesario mover el rebaño, los pastos estaban cerca y había hierba de sobras.
Cuando comenzaba

a calentar el sol se paraban a desayunar, July daba pequeños bocaditos a los perros con la punta de los dedos, siempre permanecían cerca de ella con un ojo puesto en el rebaño.
  • Los estás acostumbrando mal – decía Martín – un perro mimado no obedece, solo hay que premiarlos cuando hacen las cosas bien
  • Ya me quieren mas que a ti
  • Claro, los compras con esos bocaditos...Te quieren por eso, no por ti …
  • Me da igual por que me quieren, me quieren y ya está – dijo muy seria-
  • Eres una chica muy lista tu – dijo Martín con retranca -
  • Eso... Martín... ¿Si un carnero me empuja a mi tendría un corderito?
  • Nooooo – dijo el pastor partido de risa -
  • Tendría que empujarte un chico para eso...
  • ¿Los chicos tienen tubito?
  • ¡Claro! Las chicas rajita y los chicos tubito, igual que los carneros y las ovejas ...¿Como crees que naciste tu? ¿Del aire?
  • ¿Mi padre le puso el tubito a mi madre y nací yo?
  • ¡Claro preguntona!
  • ¿Y no hace daño cuando te meten el tubito?
  • Noooo, es muy agradable...
  • Pero...
  • Deja ya de hacer preguntas y vigila las ovejas
Cuando sea mayor seré veterinaria ¿sabes? Cuidaré a los corderitos que se ponen malos
  • Si los corderitos se ponen malos se matan y ya está – dijo Martín -
  • Yo los curaré para que no los maten …
  • Si al final son para comer, es mejor que trabajes en una oficina
July de mayor, siempre recordaba esas conversaciones, cuando recordaba le venía a la nariz el olor a lana de cordero, un olor real, lo olía, de verdad.

Fue tan delicado – recordó mirando a lo lejos-
Casi nunca hablaba, era silencioso como la montaña, solo hablaba si era necesario, una manera breve, tajante...
Nunca le hizo daño – recordó llorando -
Yo solo quería saber las cosas...
Era tan curiosa...

Martín solía dormir después de comer, encendía una pequeña hoguera y asaba un poco de carne que compartía con la niña, bebía algún trago de vino de la bota y se dormía apoyando su cabeza en una roca.
A July le gustaba a vigilar el rebaño mientras él hacía la siesta, se sentía importante.
Orinaba en el campo con naturalidad, no tenía el sentido del pudor todavía...
Desde que martín le había dicho lo del tubito siempre se miraba la vagina cuando orinaba, se la tocaba cuidadosamente, le gustaba hacerlo, sentía calor y le salían colores en la cara.

Cuando July – de mayor- andaba sola por el monte en sus vacaciones siempre se paraba a orinar, le encantaba que la brisa del campo le acariciara sus partes ocultas. A veces se tocaba delicadamente se levantaba con sus pantalones bajados y se masturbaba con los ojos cerrados.
Recordando...
Martín la había sorprendido detrás de una matas tocándose la vagina... Apenas le dijo nada cuando se arrodilló frente a ella y comenzó a lamerla , la niña abrió un poco las piernas sin ser consciente de lo que el pastor le estaba haciendo.
El se bajó los pantalones y le tomó la mano poniéndosela en su pene erecto, acompañandole la manita rítmicamente, delicadamente...

Nunca dijeron nada a nadie, era su secreto, lo repitieron muchas veces a lo largo del verano sin que nadie se enterara, Martín siempre fue muy delicado y July intuía que lo que hacían estaba prohibido .
Me gustaba tanto – Recordó July una vez mas...
En sus cincuenta años de vida nunca había sentido tanto placer, ningún hombre le hizo sentir nada parecido...
July volvió a oler a lana cuando pasó por los prados de regreso a la ciudad...
FIN

3 comentarios:

Rosa María García Palacio dijo...

Algo que solo me pasa contigo, con tus lecturas, no pudo pausarlas,tengo que terminar de leer.
y cuando lo hago quiero mas.

ORO RUBI dijo...

Feliz Cumpleaños!!!

Isabel dijo...

¿Quién en algún momento de nuestra vida no ha sido esa July que con maestría y sensibilidad describes en este cuento?
Hace volver a esos recuerdos descubriendo el paso de niña a mujer ...