Siempre que regresaba a la casa de
campo que había heredado de sus padres, July solía subir a los
prados de verano de la colina cercana a su propiedad.
Vivir en la ciudad estaba bien, es
mucho más práctico, el trabajo en el laboratorio, la cercanía y la
facilidad para comprar cosas. Mas moderno todo...Más práctica la
vida en la ciudad.
Desde que habían muerto sus padres
solo regresaba a la masía un par de veces al año, casi siempre en
verano.
Todo estaba cerrado, la casa olía a
viejo y los cobertizos del ganado rotos por el paso del tiempo.
Le producía tristeza todo ese
abandono.
El huerto lleno de malas hierbas, los
campos de labor arrendados...Todo olía a tiempos pasados
Era hija única – la nena -
Recordó a su madre siempre ocupada con
las cosas de casa, cuidando gallinas y cerdos, lavando ropa, haciendo
jabón casero.
Miró una vez mas con tristeza el
letrero SE VENDE con su número de teléfono al pié, en números
grandes para que se viera de lejos.
A veces se alegraba de que no llamara
nadie para comprar la finca.
De regreso de los prados pasó cerca de
los arruinados establos de las ovejas...Sus ovejas...
Recordó que cuando nacían corderitos
nuevos, Martín -el pastor que se ocupaba de las ovejas – siempre
la llamaba para mostrárselos; le encantaba tomar el corderito recién
nacido en sus brazos y ponerle un nombre... Enseguida se le olvidaba
o los confundía, ¡eran tantos y todos tan iguales!
Martín el pastor, tenía sesenta años
cuando July tenía ocho años; cuando regresaba del colegio siempre
esperaba la llegada del rebaño...Era su acontecimiento diario, los
perros pastores, los carneros con esos enormes cuernos, las ovejas y
las crías y por último Martín siempre silencioso con la mirada
atenta ordenando a los perros que encerraran las ovejas.
Le encantaba meterse en medio del
rebaño rodeada de peluches en movimiento, jugaba con los corderitos
jóvenes y con los perros de Martín que eran buenos y obedientes; le
fascinaba como el pastor los hacía trabajar solo con silbidos y
gestos.
Siempre sumisos, siempre atentos y
serviciales a las órdenes de su amo, listos y ágiles, con los ojos
vivos como brasas...
July recordó aquel verano...
Las vacaciones del colegio son el
paraíso de los niños, verano y sin la tortura del colegio.
Nada que hacer, jugar en la era cerca
de la puerta de la masía, espantar a los patos, jugar con las
hormigas, imaginar historias fantásticas con ella de princesa
protagonista.
Nada que hacer...
Las mañanas del mes de Julio son
calurosas y invitan a levantarse temprano.
El verano es tiempo de cosecha y apenas
veía a su padre, siempre subido en el tractor yendo de un campo a
otro.
Casi siempre la madre de July ayudaba a
su marido en las labores del campo por las mañanas y la dejaba sola
en la casa con mil advertencias de seguridad.
- No toques nada del fuego …
- No te acerques a los cerdos
- Volveré enseguida …
Se aburría mortalmente aislada en la
casa de campo y se le ocurrió una idéa
- Mami, ¿puedo ir con Martín a los pastos de la montaña?
- Ahora están mas cerca – dijo July desesperada por el aburrimiento -
Mami dudó un un poco y miró a Martín
el pastor buscando su aprobación …
-Vaaaaaa mami... ahora es cerca... -
insistió la niña-
Martín no era muy hablador y movió la
cabeza aceptando
-Pero tened cuidado, mucho cuidado...
- Y tú ten cuidado, mucho cuidado haz lo que te diga Martín, podrías perderte …
- Llevamos los perros – contestó la niña con cara de suficiencia -
- Nadie se pierde si lleva perros, y menos con esos perros...
Martín asintió con una sonrisa y mami
metió comida en un zurrón para July
Les vio alejarse tras la lana hasta que
se perdieron de vista...
Mientras se alejaban mami volvió a
pensar en la educación de su hija...Siempre sola en verano, sin
niños de su edad con los que jugar.
Pero mami tenía mucho trabajo en el
campo y nada malo pasó por su cabeza, Martín era un poco raro pero
un buen hombre.
Los ocho años son la edad de las
preguntas, aunque hacerle preguntas a Martín era querer escuchar
monosílabos.
- Martín, ¿como se enseña a un perro para que obedezca?
- Pegándole, te obedecen por miedo...
- Martín, ¿porqué nacen corderitos de la barriga de las ovejas?
- (risas)
- Martín, ¿porqué se sube ese carnero encima de las ovejas y las empuja?
- Hace corderitos...
- Martiín ¿como lo hace?
- (Risa) pregúntale a tu madre...
- Martín, ella no entiende nada de corderos, nadie entiende de corderos como tú
- Eres muy pequeña, ya lo sabrás... Las niñas pequeñas no entienden de nada...
- Anda, ve a buscar a ese corderito que se está rezagando y no seas tan preguntona
Y July obedecía y llevaba al corderito
junto a su madre...
La lana – recordó July mientras
paseaba por las ruinas de lo que había sido su casa -
Siempre había sido una niña fuerte
como su padre y animosa como su madre, fuerte y sana, no recordaba
haber estado nunca enferma.
Cuando terminó el instituto se mudó a
la ciudad con tía Amelia -hermana de su madre- una maestra jubilada
que se le olvidó casarse porque tenía que estudiar.
Aprendió pronto a desenvolverse en la
ciudad, a ser una chica moderna y razonablemente feliz.
Una chica sana,fuerte y decidida, una
chica de campo que se reía de sus amigos que no sabían distinguir
un olmo de un manzano.
Cuando llegaron los hombres a su vida
siempre controló la situación, se reía de las tonterías que dicen
los chicos para que abras las piernas.
Perdió su virginidad como algo
natural, sin dramas, solo era un engorro para ella.
Estudió biología y sacó unas notas
geniales, disfrutaba estudiando las cosas de la naturaleza que ya
intuía sin ningún esfuerzo.
Los veranos siempre volvía a la finca
de sus padres a ayudar hasta que murieron, siempre estuvo apegada a
la tierra.
Se perdía en el bosque abrazando a los
árboles, tomando ramitas de hierbas medicinales que conocía tan
bien.
Nunca enfermaba, cuando intuía que se
iba a poner enferma buscaba el equilibrio invocando a la naturaleza .
Lana...
Se recordaba a si misma rodeada de
cientos de animales de peluche, olían a lana viva...
- Martín, el carnero ha vuelto a subirse a otra oveja y la empuja...
- Déjalo, es su obligación …
- ¿Qué les hace?...
- Les hace carneritos y ovejitas...
- ¿Como lo hace? ¡¡Es que no lo entiendo!!
- ¡Martín, cuéntame como lo hace! - dijo gritando-
- Mira -dijo Martín resoplando- ¿ves eso que le cuelga al carnero?
- Si...
- Pues tiene en medio un tubito que lo mete en el agujero de la oveja y le deja un líquido dentro... Luego todo va solo...
- ¡Qué raros que son los corderos!
- Las personas lo hacen igual...
- ¿De verdad? - Dijo July con cara de descubrir un gran secreto-
- Eres mayor cuando sabes esas cosas... -Dijo Martín
Esa noche July se tocó la vagina con
curiosidad, explorándose, haciéndose preguntas...
Nunca le había dado demasiada
importancia a esa hendidura que tenía entre las piernas...
No quiso decirle nada a su madre,
Martín era mucho mas claro en todo y de mas confianza...
July siguió acompañando a Martín y
el ganado sin faltar un día, se acercaba a los carneros cuando se
subían encima de las ovejas y se acachaba para mirarlos de cerca...
- ¡ Martín ya le he visto el tubito al carnero! - gritó -
...Y a Martín se le escapó una
carcajada que hizo eco en la montaña …
Salir con Martín los perros y las
ovejas ya se había hecho rutina para July y su madre, era un alivio
que estuviera todo el día en el monte mientras ellos trabajaban.
Salían al amanecer...Bueno, algo mas
tarde, los perros ya obedecían las órdenes de July y ella se
imaginaba que dirigía sola el rebaño.
Casi no era necesario mover el rebaño,
los pastos estaban cerca y había hierba de sobras.
Cuando comenzaba
a calentar el sol se paraban a
desayunar, July daba pequeños bocaditos a los perros con la punta de
los dedos, siempre permanecían cerca de ella con un ojo puesto en el
rebaño.
- Los estás acostumbrando mal – decía Martín – un perro mimado no obedece, solo hay que premiarlos cuando hacen las cosas bien
- Ya me quieren mas que a ti
- Claro, los compras con esos bocaditos...Te quieren por eso, no por ti …
- Me da igual por que me quieren, me quieren y ya está – dijo muy seria-
- Eres una chica muy lista tu – dijo Martín con retranca -
- Eso... Martín... ¿Si un carnero me empuja a mi tendría un corderito?
- Nooooo – dijo el pastor partido de risa -
- Tendría que empujarte un chico para eso...
- ¿Los chicos tienen tubito?
- ¡Claro! Las chicas rajita y los chicos tubito, igual que los carneros y las ovejas ...¿Como crees que naciste tu? ¿Del aire?
- ¿Mi padre le puso el tubito a mi madre y nací yo?
- ¡Claro preguntona!
- ¿Y no hace daño cuando te meten el tubito?
- Noooo, es muy agradable...
- Pero...
- Deja ya de hacer preguntas y vigila las ovejas
Cuando sea mayor seré veterinaria
¿sabes? Cuidaré a los corderitos que se ponen malos
- Si los corderitos se ponen malos se matan y ya está – dijo Martín -
- Yo los curaré para que no los maten …
- Si al final son para comer, es mejor que trabajes en una oficina
July de mayor, siempre recordaba esas
conversaciones, cuando recordaba le venía a la nariz el olor a lana
de cordero, un olor real, lo olía, de verdad.
Fue tan delicado – recordó mirando a
lo lejos-
Casi nunca hablaba, era silencioso como
la montaña, solo hablaba si era necesario, una manera breve,
tajante...
Nunca le hizo daño – recordó
llorando -
Yo solo quería saber las cosas...
Era tan curiosa...
Martín solía dormir después de
comer, encendía una pequeña hoguera y asaba un poco de carne que
compartía con la niña, bebía algún trago de vino de la bota y se
dormía apoyando su cabeza en una roca.
A July le gustaba a vigilar el rebaño
mientras él hacía la siesta, se sentía importante.
Orinaba en el campo con naturalidad, no
tenía el sentido del pudor todavía...
Desde que martín le había dicho lo
del tubito siempre se miraba la vagina cuando orinaba, se la tocaba
cuidadosamente, le gustaba hacerlo, sentía calor y le salían
colores en la cara.
Cuando July – de mayor- andaba sola
por el monte en sus vacaciones siempre se paraba a orinar, le
encantaba que la brisa del campo le acariciara sus partes ocultas. A
veces se tocaba delicadamente se levantaba con sus pantalones bajados
y se masturbaba con los ojos cerrados.
Recordando...
Martín la había sorprendido detrás
de una matas tocándose la vagina... Apenas le dijo nada cuando se
arrodilló frente a ella y comenzó a lamerla , la niña abrió un
poco las piernas sin ser consciente de lo que el pastor le estaba
haciendo.
El se bajó los pantalones y le tomó
la mano poniéndosela en su pene erecto, acompañandole la manita
rítmicamente, delicadamente...
Nunca dijeron nada a nadie, era su
secreto, lo repitieron muchas veces a lo largo del verano sin que
nadie se enterara, Martín siempre fue muy delicado y July intuía
que lo que hacían estaba prohibido .
Me gustaba tanto – Recordó July una
vez mas...
En sus cincuenta años de vida nunca
había sentido tanto placer, ningún hombre le hizo sentir nada
parecido...
July volvió a oler a lana cuando pasó
por los prados de regreso a la ciudad...
FIN
3 comentarios:
Algo que solo me pasa contigo, con tus lecturas, no pudo pausarlas,tengo que terminar de leer.
y cuando lo hago quiero mas.
Feliz Cumpleaños!!!
¿Quién en algún momento de nuestra vida no ha sido esa July que con maestría y sensibilidad describes en este cuento?
Hace volver a esos recuerdos descubriendo el paso de niña a mujer ...
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