martes, 9 de agosto de 2016

LA CANCIÓN DEL TODO VA BIEN








No era el aire... Cuando intentaba repintar repintar los cuadros de mi hija muerta, siempre se caían del bastidor, estaba fuertemente fijados con unas pinzas adecuadas, de esas de profesional de la pintura.
Ella siempre pintaba en blanco y negro,con rotuladores, extraños cuadros que una vez terminados
olvidaba en cualquier rincón. No creo en aparecidos, la verdad es que soy un tipo frío y realista,
cuando se suicidó, apenas lloré, tengo un extraño autocontrol que me hace frío en cualquier situación.
Siempre la dejé hacer todo, solo alguna norma básica y poco mas.
Tal vez era demasiado inteligente para vivir en esta vida.
Yo siempre estaba sumergido en mi trabajo, construir máquinas, es un trabajo entretenido y absorbente; planos, medidas, engranajes grandes y pequeños, dispositivos electrónicos, me gustan verlas funcionar, son exactas, nunca se equivocan, hacen lo que deben hacer.
Cuando la electrónica posibilitó la robótica, mi oficio se volvió fascinante, pasé muchos años completamente ausente concentrado en mi trabajo.
Mi hija creció a su aire, tenía un coeficiente intelectual muy por encima de la media, no era como las demás chicas, ni mejor ni peor, solo diferente, desconcertante...
Cuando decidí repintar de color sus extraños cuadros – estaban diseminados por toda la casa, olvidados en altillos y rincones del trastero- yo estaba pasando una crisis de identidad, no sé si pensaba demasiado o era simplemente que estaba envejeciendo.
No sabía que hacer, me aburría, ya había dejado de construir máquinas; de pronto dejó de gustarme
fabricar robots estúpidos con luces de led en lugar de ojos.
Mi hija también había estudiado algo de música, su profesora nos había aconsejado la conveniencia de que estudiara solfeo dadas sus facultades y su carácter.
Le compré un obóe de esos profesionales, en una tienda de ofertas de instrumentos raros, me atendió un tipo con barba negra, no entendí una palabra de lo que me dijo pero por sus gestos pude saber que era un instrumento especial.
Asistió a algunas clases pero pronto se cansó y aprendió sola.
Solo tocaba una extraña canción que ella misma compuso, cuando le pregunté de quien era y como se titulaba, me contestó que era la canción que atrae las cosas buenas, si la tocas todo se pone bien – me dijo mirándome-
Yo lo tomé como una fantasía de adolescente, pero esa melodía se instaló en mi cabeza y cuando algo va mal, la la silbo y todo mejora.
A veces mi hija e subía a la terraza, cogía una escalera y se subía al tejado, siempre cerca del vacío,
en el saliente mas peligroso de la casa de tres pisos que poseemos.
Cuando la reprendía por su temeraria actitud, ella solo sonreía y contestaba que ella era la reina de los equilibrios precarios.
Tal vez solo estaba enamorada- pensé – y solo quería llamar la atención, los adolescentes a veces hacen esas cosas...
Subía con ella, y me sentaba a su lado a escuchar su interminable melodía, luego bajábamos los dos a cenar.
Siempre traía buenas notas, pero parecía no importarle,apenas estudiaba, dejaba las notas encima de la mesa sin decir nada, casi siempre llenas de sobresalientes.





Si le regalaba alguna cosa como premio a sus buenas notas apenas miraba los regalos,todavía hay
algunos paquetes con papel de colores y lazos sin abrir.
Su madre la llamaba irónicamente la chica del “si mamá” era obediente y silenciosa, la relación con su madre siempre había sido buena pero distante. Que yo recuerde nunca habían tenido confidencias de esas de mujeres, esas confidencias, mezcla de consejos y advertencias de madre con adolescente.
Ella lo resolvía con la acostumbrada frase de: Ya sé mamá, ya sé eso, soy una buena chica...
Entonces yo andaba fascinado con la construcción de un robot de montaje de puertas de automóviles, apenas necesitaba vigilancia o control, casi era autónomo, sabía lo que tenia que hacer
tenía un sofware casi perfecto; eso abría un campo muy amplio en la construcción automática de coches.
A veces cuando las cosas no salían bien en el estudio de diseño, cuando entraba en un callejón sin
salida técnico, sin querer entonaba la melodía del “todo va bien” y de pronto surgía una idea nueva
se abrían puertas, me fijaba en algún detalle que que se me había pasado por alto y todo volvía a fluir de nuevo.
Mi ayudante me decía que era un ingeniero con inspiración,como los artistas del renacimiento.
María, mi ayudante y traductora – nunca se me han dado muy bien los idiomas- era el orden personificado subida a una silla de ruedas, a pesar de su minusvalía – una atrófia muscular progresiva- cada día hacía el milagro de mantener todo en su sitio, todo controlado, todo a mano
una lógica ordenada que me hacía la vida profesional mas fácil.
A veces la recuerdo, casi dos metros de chica bien proporcionados, con los ojos mas bonitos del
mundo, con una educación exquisita, siempre elegante y bien conjuntada, con una gota de Chanel Chance apenas perceptible. Siempre me llamaba de usted, con un respeto cordial; supongo que a causa de los veintidós años de diferencia de edad por parte mía.
Bueno... Menos una noche que nos quedamos a terminar unos planos urgentes.
Sin venir a cuenta, a eso de la una de la mañana comenzó a tutearme mientras tomábamos un horrible café de máquina, de esos americanos que salen de las máquinas de empresa
_ ¿Puedes ayudarme? Necesito ir al lavabo...
_Claro – dije yo con naturalidad- le acerqué las muletas y ella cogió solo una y se apoyó en mi hombro con el otro brazo.
_ Esto cada vez es peor … - Dijo con semblante fatigado -
Sentí su peso en mi hombro, yo apenas mido un metro y setenta y cinco centímetros
_Todo sería mas fácil si fuera mas bajita...
La acompañé al baño un poco azorado
_ Te llamaré cuando termine, me cuesta mucho levantarme de la taza del váter, me da vergüenza
pero es lo que hay...
La acompañé hasta el interior del lavabo y ella se quedó de pie
_ ¿Podrías bajarme las bragas? - dijo avergonzada- no tengo fuerzas para nada...
Metí las manos debajo de su falda buscando la goma elástica de las bragas, la ayudé a sentarse
y cerré la puerta; me sentí un poco culpable por haberle pedido que se quedara a trabajar toda la
noche en su estado.
_ Ya está – dijo desde el otro lado de la puerta -
Entré y la ayudé a vestirse, procuré mantener una actitud aséptica como la de un ginecólogo
que atiende a una paciente, son cosas que hay que hacer -pensé-
En el acto de subirle las bragas rocé sin querer el pubis rasurado, solo un leve roce, me pregunté como sería su vida sexual en ese estado.
Volvió a sentarse en su silla de ruedas y noté que tenía la cara muy roja, estaba preciosa …
_ Es un engorro eso de tener que pedir ayuda para esas cosas – dijo con voz entrecortada – la vida de los “minus” es todo un engorro.




Yo estaba situado a su espalda mi miraba sus hermosos pechos desde arriba...Y ella sabía que estaba mirando...
Tomó mi mano delicadamente y la deslizó dentro de su escote, acompañándola con la suya, noté
sentí su tacto delicado, no se que me gustó mas, si su mano sobre la mía o el tacto de sus delicados pechos... Apoyó su cabeza en mi mano invitándome a mas cosas...
La levanté y besé sus labios secos con mis labios secos, las mesas técnicas son argonómicas y se pueden subir y bajar a voluntad.
La tendí sobre una mesa llena de planos y cuando levanté su falda vi que se había quitado las bragas en el lavabo antes de salir.
Ella se dejó hacer, lamí su clítoris delicadamente mientras ella suspiraba, cuando noté su humedad y su excitación me metí dentro de Maria a la vez que la acariciaba, resultaba cómodo hacerlo de esa manera, yo de pie y ella tumbada en la mesa.
Nos miramos todo el rato a los ojos,antes de eyacular ella me dijo: ¡Para! …
Se levantó cogida a mi cuello y me pidió que la sentara en su silla.
_ Siéntate – casi ordenó- en la mesa...
Lo hice y acto seguido ella me cogió el pene con una mano y con la otra mis testículos, puso mi pene en su boca y lo chupó con ganas de volverme loco; cuando que iba a eyacular, dejó correr mi semen entre sus pechos mientras me miraba a los ojos...

Al día siguiente, se comportó normal, como si nada hubiera ocurrido. Yo tampoco comenté nada
nunca volvimos a repetir nada parecido. Nunca volvimos a repetir, era nuestro secreto, es bueno tener secretos...Lo archivé en el apartado de mis sueños como si nunca hubiera ocurrido nada.
Los dos estábamos casados, no es bueno hacer daño a terceros con esas cosas.
Cuando regresé a casa quise entonar la melodía que tocaba mi hija para que todo fuera bien y no se me notara nada...Fue imposible, se había borrado de mi mente.
A la mañana siguiente pude volver a recordarla cunando escuché a mi hija tocarla con el obóe.
A veces cuando la sorprendía tocando, le alborotaba el pelo al pasar, apenas se movía, siempre inmersa en sus cosas, en su mundo.
Yo, entonces pensaba que a los adolescentes había que tratarlos a distancia, no meterse demasiado en sus vidas. Gracias a los adolescentes la vida progresa, el mundo cambia, rompen moldes,hacen que la vida sea diferente. Son atrevidos e inconscientes, subvierten el orden establecido, apenas tienen miedo de nada. Cada generación de adolescentes hace avanzar la vida.
Pensaba, que solo se trata de controlar las cosas peligrosas, y no proyectarse demasiado en los
hijos. Tener hijos es luchar contra la muerte...
Los que entienden de eso, dicen que es bueno conocer a los amigos de los hijos, a veces mi hija traía amigos a casa para hacer trabajos o para escuchar música en su habitación, yo bromeaba con
ellos haciéndome en joven y enseñándoles pequeños prototipos de robots que construía en casa para jugar.
Mi mujer siempre andaba preocupada por las cosas del sexo, si algún amigo se quedaba con ella a estudiar alguna tarde con ella, entraba en la habitación sin llamar, con alguna excusa tonta.
Solo los sorprendió estudiando...
Mi hija era muy guapa, de esas chicas que crujen, de esas chicas que producen tortículis en el cuello de los hombres de la calle; a pesar de su indumentaria rara.
Y fue creciendo...
Cada vez mas encerrada en si misma, cada vez con mejores notas sin apenas estudiar, cada vez con
sus respuestas de : Si, mamá, que soy una buena chica y ya sé lo que quieren los hombres de las mujeres...





Deberíamos llevarla al psicólogo, nuestra chica no es normal, no es como las demás chicas, tiene algo que me preocupa...
Es su carácter, ya cambiará, estará enamorada o yo que sé... -Contestaba para tranquilizarla-

Yo estaba terminando de montar un robot- pinza cuando me avisaron...
Mi hija se había clavado el obóe en el estómago y se había precipitado al vacío desde el tejado
de nuestra casa...
De pronto todo se paró, todo mi mundo dejó de funcionar como si hubieran cortado la luz. No quise verla en la morgue, mi mujer si la quiso ver friorizada en un cajón de la nevera.

No sabía nada de mi hija, ahora que he dejado todo, voy sabiendo mas cosas, sus extraños cuadros
me cuentan trazo a trazo, dibujo a dibujo; voy entendiendo todo mientras los lleno de color; se expresan por si mismos, noto el alma de mi hija en sus formas, me hablan en un idioma que comienzo a entender.
Sus dibujos me cuentan su angustia, su angustia de vivir, su manera de entender el mundo, su inmenso amor por todo el universo, incluso las sonrisas que nos negaba a todas las personas.
Poco a poco comprendí todo su interior, intenté colorearlo, cada color suave, cada pincelada era un beso, un abrazo que le debía, cada pincelada era una lágrima de color por ella.
Una noche, mientras coloreaba uno de sus cuadros, se levantó una suave brisa, y el equipo de música – no estaba enchufado- emitió la dulce melodía de la canción “del todo va bien”, la melodía que desde que se había suicidado no lograba recordar.
Creo que fue su regalo desde otro lugar, del lugar donde quería ir...
Entonces dejé de sentirme culpable y comencé a envejecer...


F I N


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