No era el aire... Cuando intentaba
repintar repintar los cuadros de mi hija muerta, siempre se caían
del bastidor, estaba fuertemente fijados con unas pinzas adecuadas,
de esas de profesional de la pintura.
Ella siempre pintaba en blanco y
negro,con rotuladores, extraños cuadros que una vez terminados
olvidaba en cualquier rincón. No creo
en aparecidos, la verdad es que soy un tipo frío y realista,
cuando se suicidó, apenas lloré,
tengo un extraño autocontrol que me hace frío en cualquier
situación.
Siempre la dejé hacer todo, solo
alguna norma básica y poco mas.
Tal vez era demasiado inteligente para
vivir en esta vida.
Yo siempre estaba sumergido en mi
trabajo, construir máquinas, es un trabajo entretenido y absorbente;
planos, medidas, engranajes grandes y pequeños, dispositivos
electrónicos, me gustan verlas funcionar, son exactas, nunca se
equivocan, hacen lo que deben hacer.
Cuando la electrónica posibilitó la
robótica, mi oficio se volvió fascinante, pasé muchos años
completamente ausente concentrado en mi trabajo.
Mi hija creció a su aire, tenía un
coeficiente intelectual muy por encima de la media, no era como las
demás chicas, ni mejor ni peor, solo diferente, desconcertante...
Cuando decidí repintar de color sus
extraños cuadros – estaban diseminados por toda la casa, olvidados
en altillos y rincones del trastero- yo estaba pasando una crisis de
identidad, no sé si pensaba demasiado o era simplemente que estaba
envejeciendo.
No sabía que hacer, me aburría, ya
había dejado de construir máquinas; de pronto dejó de gustarme
fabricar robots estúpidos con luces de
led en lugar de ojos.
Mi hija también había estudiado algo
de música, su profesora nos había aconsejado la conveniencia de que
estudiara solfeo dadas sus facultades y su carácter.
Le compré un obóe de esos
profesionales, en una tienda de ofertas de instrumentos raros, me
atendió un tipo con barba negra, no entendí una palabra de lo que
me dijo pero por sus gestos pude saber que era un instrumento
especial.
Asistió a algunas clases pero pronto
se cansó y aprendió sola.
Solo tocaba una extraña canción que
ella misma compuso, cuando le pregunté de quien era y como se
titulaba, me contestó que era la canción que atrae las cosas
buenas, si la tocas todo se pone bien – me dijo mirándome-
Yo lo tomé como una fantasía de
adolescente, pero esa melodía se instaló en mi cabeza y cuando algo
va mal, la la silbo y todo mejora.
A veces mi hija e subía a la terraza,
cogía una escalera y se subía al tejado, siempre cerca del vacío,
en el saliente mas peligroso de la casa
de tres pisos que poseemos.
Cuando la reprendía por su temeraria
actitud, ella solo sonreía y contestaba que ella era la reina de los
equilibrios precarios.
Tal vez solo estaba enamorada- pensé –
y solo quería llamar la atención, los adolescentes a veces hacen
esas cosas...
Subía con ella, y me sentaba a su lado
a escuchar su interminable melodía, luego bajábamos los dos a
cenar.
Siempre traía buenas notas, pero
parecía no importarle,apenas estudiaba, dejaba las notas encima de
la mesa sin decir nada, casi siempre llenas de sobresalientes.
Si le regalaba alguna cosa como premio
a sus buenas notas apenas miraba los regalos,todavía hay
algunos paquetes con papel de colores y
lazos sin abrir.
Su madre la llamaba irónicamente la
chica del “si mamá” era obediente y silenciosa, la relación con
su madre siempre había sido buena pero distante. Que yo recuerde
nunca habían tenido confidencias de esas de mujeres, esas
confidencias, mezcla de consejos y advertencias de madre con
adolescente.
Ella lo resolvía con la acostumbrada
frase de: Ya sé mamá, ya sé eso, soy una buena chica...
Entonces yo andaba fascinado con la
construcción de un robot de montaje de puertas de automóviles,
apenas necesitaba vigilancia o control, casi era autónomo, sabía lo
que tenia que hacer
tenía un sofware casi perfecto; eso
abría un campo muy amplio en la construcción automática de coches.
A veces cuando las cosas no salían
bien en el estudio de diseño, cuando entraba en un callejón sin
salida técnico, sin querer entonaba la
melodía del “todo va bien” y de pronto surgía una idea nueva
se abrían puertas, me fijaba en algún
detalle que que se me había pasado por alto y todo volvía a fluir
de nuevo.
Mi ayudante me decía que era un
ingeniero con inspiración,como los artistas del renacimiento.
María, mi ayudante y traductora –
nunca se me han dado muy bien los idiomas- era el orden personificado
subida a una silla de ruedas, a pesar de su minusvalía – una
atrófia muscular progresiva- cada día hacía el milagro de
mantener todo en su sitio, todo controlado, todo a mano
una lógica ordenada que me hacía la
vida profesional mas fácil.
A veces la recuerdo, casi dos metros de
chica bien proporcionados, con los ojos mas bonitos del
mundo, con una educación exquisita,
siempre elegante y bien conjuntada, con una gota de Chanel Chance
apenas perceptible. Siempre me llamaba de usted, con un respeto
cordial; supongo que a causa de los veintidós años de diferencia de
edad por parte mía.
Bueno... Menos una noche que nos
quedamos a terminar unos planos urgentes.
Sin venir a cuenta, a eso de la una de
la mañana comenzó a tutearme mientras tomábamos un horrible café
de máquina, de esos americanos que salen de las máquinas de empresa
_ ¿Puedes ayudarme? Necesito ir al
lavabo...
_Claro – dije yo con naturalidad- le
acerqué las muletas y ella cogió solo una y se apoyó en mi hombro
con el otro brazo.
_ Esto cada vez es peor … - Dijo con
semblante fatigado -
Sentí su peso en mi hombro, yo apenas
mido un metro y setenta y cinco centímetros
_Todo sería mas fácil si fuera mas
bajita...
La acompañé al baño un poco azorado
_ Te llamaré cuando termine, me cuesta
mucho levantarme de la taza del váter, me da vergüenza
pero es lo que hay...
La acompañé hasta el interior del
lavabo y ella se quedó de pie
_ ¿Podrías bajarme las bragas? - dijo
avergonzada- no tengo fuerzas para nada...
Metí las manos debajo de su falda
buscando la goma elástica de las bragas, la ayudé a sentarse
y cerré la puerta; me sentí un poco
culpable por haberle pedido que se quedara a trabajar toda la
noche en su estado.
_ Ya está – dijo desde el otro lado
de la puerta -
Entré y la ayudé a vestirse, procuré
mantener una actitud aséptica como la de un ginecólogo
que atiende a una paciente, son cosas
que hay que hacer -pensé-
En el acto de subirle las bragas rocé
sin querer el pubis rasurado, solo un leve roce, me pregunté como
sería su vida sexual en ese estado.
Volvió a sentarse en su silla de
ruedas y noté que tenía la cara muy roja, estaba preciosa …
_ Es un engorro eso de tener que pedir
ayuda para esas cosas – dijo con voz entrecortada – la vida de
los “minus” es todo un engorro.
Yo estaba situado a su espalda mi
miraba sus hermosos pechos desde arriba...Y ella sabía que estaba
mirando...
Tomó mi mano delicadamente y la
deslizó dentro de su escote, acompañándola con la suya, noté
sentí su tacto delicado, no se que me
gustó mas, si su mano sobre la mía o el tacto de sus delicados
pechos... Apoyó su cabeza en mi mano invitándome a mas cosas...
La levanté y besé sus labios secos
con mis labios secos, las mesas técnicas son argonómicas y se
pueden subir y bajar a voluntad.
La tendí sobre una mesa llena de
planos y cuando levanté su falda vi que se había quitado las bragas
en el lavabo antes de salir.
Ella se dejó hacer, lamí su clítoris
delicadamente mientras ella suspiraba, cuando noté su humedad y su
excitación me metí dentro de Maria a la vez que la acariciaba,
resultaba cómodo hacerlo de esa manera, yo de pie y ella tumbada en
la mesa.
Nos miramos todo el rato a los
ojos,antes de eyacular ella me dijo: ¡Para! …
Se levantó cogida a mi cuello y me
pidió que la sentara en su silla.
_ Siéntate – casi ordenó- en la
mesa...
Lo hice y acto seguido ella me cogió
el pene con una mano y con la otra mis testículos, puso mi pene en
su boca y lo chupó con ganas de volverme loco; cuando que iba a
eyacular, dejó correr mi semen entre sus pechos mientras me miraba a
los ojos...
Al día siguiente, se comportó normal,
como si nada hubiera ocurrido. Yo tampoco comenté nada
nunca volvimos a repetir nada parecido.
Nunca volvimos a repetir, era nuestro secreto, es bueno tener
secretos...Lo archivé en el apartado de mis sueños como si nunca
hubiera ocurrido nada.
Los dos estábamos casados, no es bueno
hacer daño a terceros con esas cosas.
Cuando regresé a casa quise entonar la
melodía que tocaba mi hija para que todo fuera bien y no se me
notara nada...Fue imposible, se había borrado de mi mente.
A la mañana siguiente pude volver a
recordarla cunando escuché a mi hija tocarla con el obóe.
A veces cuando la sorprendía tocando,
le alborotaba el pelo al pasar, apenas se movía, siempre inmersa en
sus cosas, en su mundo.
Yo, entonces pensaba que a los
adolescentes había que tratarlos a distancia, no meterse demasiado
en sus vidas. Gracias a los adolescentes la vida progresa, el mundo
cambia, rompen moldes,hacen que la vida sea diferente. Son atrevidos
e inconscientes, subvierten el orden establecido, apenas tienen miedo
de nada. Cada generación de adolescentes hace avanzar la vida.
Pensaba, que solo se trata de controlar
las cosas peligrosas, y no proyectarse demasiado en los
hijos. Tener hijos es luchar contra la
muerte...
Los que entienden de eso, dicen que es
bueno conocer a los amigos de los hijos, a veces mi hija traía
amigos a casa para hacer trabajos o para escuchar música en su
habitación, yo bromeaba con
ellos haciéndome en joven y
enseñándoles pequeños prototipos de robots que construía en casa
para jugar.
Mi mujer siempre andaba preocupada por
las cosas del sexo, si algún amigo se quedaba con ella a estudiar
alguna tarde con ella, entraba en la habitación sin llamar, con
alguna excusa tonta.
Solo los sorprendió estudiando...
Mi hija era muy guapa, de esas chicas
que crujen, de esas chicas que producen tortículis en el cuello de
los hombres de la calle; a pesar de su indumentaria rara.
Y fue creciendo...
Cada vez mas encerrada en si misma,
cada vez con mejores notas sin apenas estudiar, cada vez con
sus respuestas de : Si, mamá, que soy
una buena chica y ya sé lo que quieren los hombres de las mujeres...
Deberíamos llevarla al psicólogo,
nuestra chica no es normal, no es como las demás chicas, tiene algo
que me preocupa...
Es su carácter, ya cambiará, estará
enamorada o yo que sé... -Contestaba para tranquilizarla-
Yo estaba terminando de montar un
robot- pinza cuando me avisaron...
Mi hija se había clavado el obóe en
el estómago y se había precipitado al vacío desde el tejado
de nuestra casa...
De pronto todo se paró, todo mi mundo
dejó de funcionar como si hubieran cortado la luz. No quise verla en
la morgue, mi mujer si la quiso ver friorizada en un cajón de la
nevera.
No sabía nada de mi hija, ahora que he
dejado todo, voy sabiendo mas cosas, sus extraños cuadros
me cuentan trazo a trazo, dibujo a
dibujo; voy entendiendo todo mientras los lleno de color; se expresan
por si mismos, noto el alma de mi hija en sus formas, me hablan en un
idioma que comienzo a entender.
Sus dibujos me cuentan su angustia, su
angustia de vivir, su manera de entender el mundo, su inmenso amor
por todo el universo, incluso las sonrisas que nos negaba a todas las
personas.
Poco a poco comprendí todo su
interior, intenté colorearlo, cada color suave, cada pincelada era
un beso, un abrazo que le debía, cada pincelada era una lágrima de
color por ella.
Una noche, mientras coloreaba uno de
sus cuadros, se levantó una suave brisa, y el equipo de música –
no estaba enchufado- emitió la dulce melodía de la canción “del
todo va bien”, la melodía que desde que se había suicidado no
lograba recordar.
Creo que fue su regalo desde otro
lugar, del lugar donde quería ir...
Entonces dejé de sentirme culpable y
comencé a envejecer...
F I N
No hay comentarios:
Publicar un comentario