martes, 9 de agosto de 2016

PECES





Me encanta el pescado, lo como de todas formas, crudo, asado, a la parrilla u al horno, de todas maneras, de todas clases.
A veces pruebo pescados exóticos, incluso pescados o mariscos peligrosos; frente al mar y con un vino blanco, el pescado es la mejor comida.
En ocasiones mis amigos pescadores me obsequian con algún pescado raro; creo que hacen apuestas a ver si soy capaz de comerlo. Entre las redes de profundidad siempre se encuentran sorpresas, peces o mariscos que nadie conoce.
Paseaba por la playa como cada mañana a la espera de la llegada de las barcas de bajura; pequeñas barcas que pescan con artes tradicionales.
No tardaron en llegar, una tras otra iban varando enterrando su quilla en la arena de la playa esperando su turno para ser remolcados por el polipasto de la cofradía.
Siempre les ayudo, me gusta, me sirve de distracción. Cuando llegan a la orilla me acerco descalzo
para sujetarles la proa mientras amarran el gancho a la espera de su turno.
Ya no son jóvenes, ya no saltan de un brinco de la barca a la arena como antaño.
Son pescadores de toda la vida, no saben hacer otra cosa; se han dejado la vida en el mar, son hombres de respeto...
Ellos saben que soy un hombre de ciudad que los entiende, no hay que hablar nada de eso, yo sé,
ellos saben...
Soy cocinero,de los buenos – lo digo sin modestia – me fascina todo lo relacionado con la comida
las texturas, las formas, los sabores... La cocción, las combinaciones y los maridajes.
Me he partido el espinazo delante de la plancha, de los fogones, he inventado platos para sorprender a ricos aburridos, he enseñado a pinches que ahora son cocineros de prestigio.
Desmallar el pescado de las redes es una tarea paciente, clasificar lo pescado, desenredar las escórporas con cuidado de no pincharse, cortar las aletas de las arañas con cuidado, sus picaduras son muy dolorosas.
Una vez terminado este trabajo, se hace el reparto, dos partes para el patrón y una parte para cada marinero; a continuación organizamos un almuerzo a base de pescado a la parrilla, si hay morralla
-peces pequeños- lo freímos en una vieja sarten.
Siempre cocino yo a cambio de de pescado gratis. En mi mochila siempre llevo una buena provisión de especies y hierbas aromáticas mezcladas con sales especiales ahumadas.
Es curioso como cambian los sabores dependiendo de la madera o las ramas que utilizo para el ahumado. A mis amigos pescadores les encantan mis mezclas y mis experimentos culinarios.
Cuando ya habíamos acabado de comer, mientras Jaume hacía café y la botella de ron había comenzado a circular de mano en mano, Caín – uno de los pescadores- se acercó a mi con una pequeña nasa llena de unos moluscos que no sabía identificar.
_ ¿Tú has visto algo parecido alguna vez?
Observé con interés, eran unos caparazones que se asemejaban a las piedras...Tal vez unos extraños caracoles.
Les quitamos las algas que los cubrían y yo los limpié con agua de mar, los golpee un poco y sonaba a hueco.
_ Pueden ser una especie de cohombros, pepinos de mar, tal vez – aventuré-
Todos nos acercamos a mirar
_ Los cohombros hace diez años nadie se los comía, ahora son caros de cojones – dijo el patrón-




_ Son parecidos pero mas grandes... Pueden servir para cebo de los palangres...
_ A ver lo que hay dentro... - dijo a la vez que golpeaba el caparazón con el palo de matar escórporas -
_ A lo mejor son buenos de comer – dijo el marinero mas joven apodado Bob esponja-
_ Ese es capaz de comerse un tío cagando – dijo Jaume entre risas-
Mientras tomábamos carajillos de ron íbamos especulando sobre las extrañas cápsulas pétreas de la cesta.
_ Bueno, vamos a ver lo que hay dentro.
Jaume me acercó el martillo que usaba para los atascos del vetusto motor y yo le propiné varios golpes; estaba muy duro, dos golpes mas y la cáscara cedió partiéndose por la mitad.
Una masa viscosa se movió en el interior de la cáscara, algo parecido a una ostra pero con tentáculos finos y viscosos, parecidos a las lombrices de tierra.
_ ¡Puaggg! - exclamó Bob esponja...
_ ¡ No lo toques! Puede ser venenoso – dijo Jaume en plan protector -
Con la punta de un palito escarbé entre la masa viscosa, al contacto con el aire estaba cambiando de
color; del amarillo purulento del principio había pasado a un rojo salmón.
_ Se está oxidando por el oxígeno...
_ A ver si hemos descubierto una nueva especie – dijo Jaume -
_ ¿Estará bueno de comer? - insistió el esponja-
_ Hay que probarlo todo – dije yo-
_ No hay cojones de probar eso – dijo Pere que había permanecido callado-
Me piqué, casi nunca me pico con nada pero esta vez...
_ Podemos probar un poco – dije atrevido- el veneno es una cuestión de dosis, antes había gente
que se drogaba con cianuro...
_ A ver si descubrimos una nueva droga y nos forramos – dijo el esponja-
Su apodo venía de su afición a absorber cerveza, Bob pescaba y bebía cerveza, no había hecho nada mas en la vida... Bueno si, una vez hizo la comunión...
A veces la tripulación se reía con eso...
Hace solo cincuenta años nadie se comía un rape, le llamaban pez-sapo, ahora es de los peces mas apreciados – comenté yo en plan erudito-
_ Si, - dijo Jaume- pero los peces araña y los peces globo son muy venenosos...
_ Solo si te pican, claro...
Algunos peces te matan en segundos si no sabes limpiarlos correctamente.
Jaume es un verdadero experto en todo lo que vive en el mar, sabe todos los nombres y sus ciclos
vitales.
_ Yo creo que es una especie de pepino de mar, un cohombro, solo hay que ver el caparazón, no
creo que sea venenoso
Partí un trocito y lo puse sobre las piedras calientes del fuego de asar pescado, al hacerlo se
encogió de golpe, aún estaba vivo...
_Reacciona como las estrellas de mar – dijo Bob esponja-
_ Deberíamos llevar una muestra al instituto de las ciencias del mar, a lo mejor hemos descubierto
una nueva especie marina y nos hacemos famosos... - Dijo Jaume socarrón-
Corté un trocito de tentáculo y me lo puse en la boca con cuidado; se había tostado demasiado
y apenas sabía a nada.
Acto seguido corté otro trocito pequeño y me lo metí crudo en la boca, lo paladee con precaución
_ Mmmmm sabe raro, pero tiene un sabor que me encanta, nunca he probado nada parecido
Les animé a que lo probaran pero nadie se atrevió...
Se hacía tarde y nos despedimos comentando nuestra aventura culinaria.




Jaume , el patrón se llevó una muestra para mandarla al instituto de especies marinas
Yo me fui a casa con un extraño sabor en mi boca.
De camino a casa me detuve a pensar en el mundo de los sabores; saborear es como asomarse
a otros mundos pero de una manera mas abstracta, como entender otro idioma, es como cuando
te dan un beso, la persona que te besa, el sabor de sus labios te cuenta cosas.
Casi me arrepentí de no haber probado mas cantidad del extraño molusco.
A veces cuando estoy en la cocina y preparo algún plato nuevo, ando todo el día probando
pequeñas porciones; cuando logras alguna mezcla nueva o algún maridaje que combina, es
como si crearas algo nuevo, algo que no existía,es como si aportaras algo nuevo al universo
algo que solo has hecho tu.
El sabor del extraño molusco no me recordaba a nada, me pasó algo parecido cuando probé el
wasabi la primera vez, nada se parece al wasabi.

Siempre duermo la siesta en mi terraza, me gusta dormirme meciéndome en mi hamaca, apenas
termino de comer caigo como desmayado en un profundo sueño reparador que dura media hora
Luego voy a mi restaurante a hacer listas de compras, supervisar y todas esas cosas de mi vida
cotidiana.
Apenas cocino, solo superviso y organizo el trabajo, las cosas cada vez funcionan mejor sin mi
ya no soy nada imprescindible.
Me dormí apenas me recosté en mi hamaca, como siempre, la brisa del mar me acariciaba la cara
como si estuviera navegando en alta mar.
La sentía, el aire traía olores que al respirarlos se transformaban en sabores.
Creo que de alguna forma traspasé el muro que separa el sueño de la realidad, tal vez la mezcla de
las dos cosas. Cuando desperté pude recordar con claridad mi sueño.
Soñé que me lanzaba desde una roca muy alta y me zambullía en el mar, me había tirado de cabeza
cuando el agua me recibió sentí que me abrazaba, como si tirara de mi invitándome a sumergirme
en las profundidades marinas.
No tenía miedo y no me preocupaba por respirar, ni siquiera había pensado en ello.
Sentía placer bajo el agua, todos mis sentidos se habían aunado percibiendo multitud de sensaciones
placenteras; todos mis sentidos eran sabor, percibí o imaginé que había sentido todo el sabor del mar.
Cuando desperté me palpé la ropa y noté que estaba empapado de sudor... O eso creí, no quise
pensar que estaba mojado de agua de mar.
Encontré a Jaume el día siguiente, no sabía como contarle todo lo que había sentido, tal vez el
extraño molusco tuviera componentes alucinógenos. Por otra parte no estaba seguro que mi sueño
estuviera relacionado con la ingestión de esa rara especie.
_ ¿Te dijeron algo en el instituto de especies marinas? - le pregunté con ganas de saber-
_ ¡Calla! ¡ Calla!... - Dijo entre risas-
_ Lo dejé encima de la mesa del taller donde arreglo la barca y resulta que mi mujer, tan ordenada
ella, lo tiró a la basura...
_ Bueno, seguro que era una especie de cohombro raro...
_ ¡Joder! - Exclamé yo – nunca sabremos si era una nueva especie...
_ Bueno, siempre podrás decir que has comido algo que nadie ha comido nunca.
Jaume siempre encuentra el lado bueno de las cosas; es la mejor persona que he conocido en mi vida.
_ ¿Te encuentras bien? Tienes mala cara, a ver si el bicho era venenoso...
_ Estoy mejor que nunca – respondí- es una lástima que tu mujer lo haya tirado a la basura...





Los inviernos en este pueblo con mar, son silenciosos, es como estar bajo el agua pero escuchando el rumor del mar.
Me gusta pasear por la playa, la población de cormoranes va en aumento, cada vez hay mas desde
que no los cazan los pescadores; pescan pequeños peces, siempre en pareja, me gusta verlos nadar
son torpes fuera del agua, ágiles como peces dentro de ella.
No se deciden a ser pájaros o peces, a vivir en la tierra o en el mar.
Ahora, cuando como, siento un estallido de sabores en mi boca y en mi cabeza, mil matices gustativos que me cuentan la historia de lo que he comido.
Me encanta el olor a mar, a veces bebo pequeñas porciones de agua marina, me da la sensación
de que bebo una especie de luz.
Camino por la orilla del mar, las olas mojan mis zapatos y mis pies, el agua está muy fría pero
no me importa, es como si el mar me llamara.
Esta mañana me he bañado, nunca me baño en invierno, el agua del Mediterraneo es muy fría
solo es agradable bañarse los tres meses de verano.
Ha sido un pequeño espectáculo, nadie se baña en invierno, es de locos; los poco turistas contempladores de paisajes me miraban con admiración.
Permanecí varias horas en el agua sin ganas de salir, nadé un rato junto a los negros cormoranes
que me miraban con sus ojos azules, tienen una mirada helada, fija...
Abrí la boca dejando que entrara agua en mi garganta, en mi estomago, me hacía sentir bien.
Nunca me había sentido tan ágil, tan bien...
Salí y me tendí en la arena, y varias gaviotas se acercaron a mi, amenazantes, mirándome con sus ojos amarillos, abriendo sus picos blancos con una mota roja.
Cada vez mas atrevidas...
En invierno las gaviotas se apoderan de la playa, marcan su territorio...
Les tiré un puñado de arena para alejarlas, y todas levantaron en vuelo a la vez formando una nube
de plumas blancas y grises.
Tenía la sensación de que querían comerme...
Me zambullí otra vez y me sentí protegido por el mar.
Ahora me gusta lanzarme de cabeza al agua desde las rocas mas altas, así llego mas al fondo, no tengo ganas de salir cuando me sumerjo, apenas me acuerdo de respirar; cuando regreso a casa
añoro el mar, necesito su húmedo abrazo.
Apenas he aparecido por mi restaurante en varios días, estoy raro...
Es negra noche, apenas puedo dormir, tengo la boca seca, tengo sed de agua de mar...
Me he levantado, voy desnudo por la casa muerto de sed...
Salgo de mi casa desnudo, buscando el cercano mar, creo que mi piel se está secando...
He subido a las rocas del acantilado, aspiro el olor salobre con sus mil gustos y aromas...
Me tiro desde la roca mas alta abrazado a una gran piedra marrón...
El mar me recibe con las agua abiertas, cada vez bajo mas a las profundidades abrazado a la piedra
abro la boca y trago agua salada a raudales, mi cuerpo se llena de agua, ya soy agua...
Algunos peces han comenzado a mordisquearme los pies, me hacen cosquillas y yo sonrío...
Sonrío...


F I N




1 comentario:

Isabel Carrera dijo...

Poesia en estado puro. Las palabras expresan si se tiene o no conocimiento del tema, tu, ademas de saber de lo que hablas en tu cuento lo haces con la pasión que expresas cuando algo te gusta.
Me ha gustado mucho, es una manera mas de conocer lo que emociona al autor, felicidades.